Un, dos, tres: Toca la pared. [James]

Mi afición por la educación me llevaba a que un día como hoy mis pies cogieran el camino de la biblioteca, que mis manos portaran un libro sobre la cultura Italiana, donde mi madre paso muchos años de su infancia y que mi vista se perdiera en mis propios pensamientos hasta encontrar una mesa de mi gusto. Sí. Todas estaban libres, pero yo buscaba aquella que en momentos como hoy me separara del resto del mundo.

Cuando al fin, una mesa entre estanterías y estanterías aparecía y captaba mi perdida vista, mis músculos volvían a apoderarse del control de mi cuerpo y me llevaban hasta allí, y sola, me dedique a estudiar el paraíso Italiano, donde la gente sabía que era vivir la vida de verdad.

Como añoraba salir de este lugar, el viajar, el ser yo misma, donde no me juzgaran por el color que tenía mi escudo. Como me arrepentía de parecerme tanto a mi madre físicamente. Tanto que hubiera veces que mi padre sufriera al ver su reflejo en mi. Como me dolía no ser Slytherin, como la madre que perdí tantos años atrás. Demasiado sentimiento para ser como ella. ¿No? Aunque no la recordaba.

Ahora, todo lo que pasaba a mi alrededor estaba separado por el muro que mi mente creaba cuando me absorbía la lectura. No me dí cuenta cuando unos alumnos de primero tiraban una decena de libros al suelo. No me dí cuenta como se escuchaban las explosiones de hechizos fallidos. Pero eso formaba parte de mi, y agarrando el libro como mi mayor tesoro, seguí perdida entre las letras.

Se queda en silencio mientras caminaba por la biblioteca examinando que todo este en orden, le tocaba la patrulla por esos lugares hoy cuando de repente una explosión le hizo correr a la sección de libros sobre pociones, con la varita logre calmar a los libros regresándolos a los estantes y con la ayuda de otra prefecta que fue detrás de los de primer curso que se pensaban que esto era un campo de batalla, uno de los hechizos de estos libros se salio de control, una esfera azul que lastimaría a quien la recibiera salio volando hacia una chica de cabellos rubios que leía placidamente su libro, no me daría tiempo a conjurar algo por ende corrí tan rápido como mis pies me lo permitían y la abrace apegándola a mi pecho recibiendo el estallido en mi espalda cosa que sin duda me dolió.

Me aparte de la chica tocándome bajo la camisa, gracias a dios no me había hecho una herida pero el ardor y el golpe estarían ahí por un buen rato, lance un embrujo contra el libro rebelde que lo redujo a cenizas en cuestión de segundos, suspire un poco mirando que la bibliotecaria salía de la biblioteca para ir por esos mocosos, estaban en serios problemas si los llegaban a agarrar; se mantiene en silencio por un buen rato para mirar a la rubia que no se si estaba asustada o que pero tome una silla sentándome, saque de mi tunica una poción de color verdoso la cual bebí poniendo mala cara, servia para los contra los embrujos de estos libros, lo obtuve cuando le robe el libro de hechizos a la directora de Hogwarts hace unos días, me quede mirando a la chica sonriéndole algo adolorido.

-Dios mío, que bueno que estas bien, pensé que te había pasado algo malo. Aunque me dolerá la espalda por unos días, menuda esfera de magia tienen estos trastos…Ayyy aun duele…-me queje poniendo una carita de niño que se le rompió su mejor juguete, era la carita que ponía cuando algo me había dolido, siempre le daba ternura a la gente pero es que la cara era lo de menos me había dolido.-Gaïa Parkin, ¿cierto?. Me he memorizado a casi todos los alumnos de este colegio, esto de ser prefecto hace que te sepas quien es cada uno para los castigos o vaya saber dios, lo bueno es que estas bien.-

Al parecer a mi alrededor se desataba una guerra entre alumnos y libros, que habían decidido atentar contra mi, pero yo soy de esas que no presta atención a algo hasta que no ha chocado contra tus narices. Literalmente.
Pero esta vez, el hechizo fallido de los alumnos que ahora corrían por salvarse de un castigo no había acertado en su primer objetivo, ya que alguien o algo se interpuso entre ambos.

De repente sentí atacado mi espacio personal, ni sé como, ni se cuando. Solo que por un momento, alguien se "abalanzó" sobre mi e hizo que mi mente rompiera la conexión que había establecido con mi pasado. "Pero, ¿Qué?" Fueron las primeras palabras que pasaron por mi mente antes de descubrir lo que realmente estaba ocurriendo en la biblioteca. Vi, a duras penas, como esa cosa, libro, hechizo, lo que fuese, golpeaba la espalda del que más tarde se sentaría frente a mi, y vi en su pecho la placa de prefecto.

Lo examine de arriba a abajo, no me gustaba ser la chica salvada, era demasiado orgullosa para eso, simplemente me gustaba ser independiente, sin que un caballero con su caballo blanco viniera a salvarme. Aunque este no traía caballo.

- Supongo que gracias, pero la próxima vez puedo sola.-

Sonreí como agradecimiento a expensas de lo que rondaba en mi cabeza. Pero que no se me mal interprete, claro que agradezco que otro se haya hecho daño por mi, lo que pasa es que soy más de resolver todo yo sola. Mujer. Complicada.
En ese momento note que realmente le dolía la espalda, una cosa de esas realmente tenía que ser inaguantable cuando hacia contacto con la piel, así que de la misma y sin mediar palabra me levanté de mi lugar y me acerqué a el levantando la camisa para mirar su espalda. Sí, estaba invadiendo su espacio personal, pero él lo había hecho antes.
Puse mi mano fría sobre la marca que le había quedado en la piel, y pensé en un modo de devolverle este favor. No quería deber nada a nadie. Pobre. En el fondo me daba pena. La mayoría de alumnos habrían esperado a que me diera así reírse durante un buen rato.

- Exacto, Gaïa Parkin .- Afirmé, aunque me sentí algo espiada, me parece que en este lugar esa sensación de libertad se va perdiendo día adía.- Y ¿El caballero sin caballo es?.- Pregunté aun examinando su espalda y refiriéndome a él.

- No tengo intención de hacer nada como para que me castiguen, o al menos, no tengo intención de que me pillen haciéndolo. .- Me encogí de hombros, aunque el no veía mi cara, en ella se reflejaba que yo no tenía intención de quedarme quieta si a mis oídos llegaba alguna injusticia.- ¿Te acompaño a la enfermería o algo?

-James Sirius Potter…-le conteste, mi nombre no solo era famoso por mi padre si no que yo era la pesadilla de cualquier profesor materializada, de por si me decían Cornamente como le decían al abuelo por que era su vil retrato y eso a veces les asustaba, no tenia afán por las reglas ya que para mi eran tontas, cuando dije mi nombre todos los cuadros de la biblioteca cerraron las puertas poniéndose todo de color negro sus pinturas era como invocar a Lord Voldemort cosa que hice, mi nombre tenia un tabú cada vez que se me nombraba sabia donde estaba todo el mundo, mi madre se enfado mucho cuando hice semejante cosa pero me gustaba ya que desde ahora seria así para siempre.-

-Mmm... no descuida esto se pasara rápido, ya bebí algo para estos temas en cuanto a lo demás podría haber dejado que te de la bola pero aunque sea travieso no puedo dejar que otros se lastimen mas bien por que soy un chico de buen corazón pero al menos se que estas bien y que la próxima vez debo dejar de que te embrujen.-me reí de lado para sentir su mano en mi espalda esa sensación me hizo sonrojar pero al estar frías era genial por ende me separe un poco me resultaba extraño que me toquen así la espalda por eso sonreí algo apenado, mire como un par de libros encantados se salían de sus estantes dispuestos a molestar por eso saque mi varita de nuevo. Aquellos seres eran detestables mas en esta biblioteca pero me gustaría jugar con ellos solo por el hecho de que necesitaba moverme para que el medicamento apague el ardor de mi espalda, lace un encantamiento aguamenti sobre los libros que se agitaron de un lado a otro molestos.-

Me reí divertido para comenzar a esquivar las esferas de magia que salían de estos, usando hechizos de protección era un buen entrenamiento por así decirlo, era uno de los lideres del ejercito de Harry en duelo era un excelente mago por eso era como la estrella de mi sala común; lance un glacius directo a los tres libro que se congelaron hasta los poros de sus paginas, caen al piso rompiéndose en pedazos, eso les enseñara la lección pero cuando escuche a la bibliotecaria intentar abrir la puerta era mejor salir de ahí con esta chica antes que la reten a ella y a mi; mire detrás de nosotros al cuadro del profeta por ende me pare delante de este tomando a la chica de la mano y sus cosas.-Primera plana!.-el cuadro asintió feliz para abrirse un pasadizo por ende entre por este con ella para lograr pasar a una sala enorme que parecía ser un despacho viejo, el cuadro se cerro y suspire.-Me se todos los pasadizos de este castillo.-

James Sirius Potter... Como Harry Potter... Un nombre famoso por aquella guerra que aún perdura y que en mi opinión la guerra más estúpida y horrible que hoy en día se llevaba a cabo. Esa guerra que conseguiría que un montón de gente muriera, entre ellos puede que mi familia, quizás mi hermano, quizás mis amigos. Muerte y dolor. El futuro de esa pelea que no tendría final.
Aún así, recién me acordaba de que su nombre venia a mi cabeza por otro motivo. ¡Claro! Si yo también formaba parte de los prefectos de Gryffindor. Mi cabeza debía de estar en algún viaje lejano, por que casi se me olvidaba.

Me estaba balanceando en la silla con cierta despreocupación, si el chico estaba bien, yo no tenía nada más que hacer, aunque en mi mente seguía ¿caminando? la idea de que una visita a la enfermería
Cuando coloqué la mano en su espalda, esta se calentó en seguida, por lo que estuve varios minutos haciendo relevos (?).

En ese momento nuevos libros se volvieron locos y les entró un complejo de misiles increible, y no se sabe por que, hoy me tocaba a mi ser su blanco favorito. - Genial..- Ironicé mientras rodaba los ojos y sacaba la varita para defender mi bonita cabellera rubia. Pero fue en vano. Potter ya se había adelantado, parecía que tenía como costumbre actuar como el salvador de las chicas en problemas. Bueno, no me gustaba no hacer nada, pero hoy estaba cansada, y así me quitaba trabajo de encima.
En no se que momento salí detrás de James, algo perdida, ya fuere por que era una mujer despistada o por que la situación lo requería, pero acabe frente a un lugar que no sabía ni que existía. El chico me agarraba de la mano y me sentí algo extraña ante ese acercamiento, quizás algo sonrojada, todo sea dicho, pero lo seguí sin decir palabra por aquel cuadro.

Aparecimos en un despacho viejo y lleno de polvo, que cuando me senté en una mesa, que en varios minutos parecí que se caería, levanto tal cantidad de polvo que estornude.

- Tu muchos, y yo ninguno, tendré que pasar más tiempo contigo para descubrir los secretos del colegio antes de que acabe mis estudios.-

Me encogí de hombros soltando una pequeña risa, y me recogí el pelo en una larga trenza en mi lado derecho. Pero tengo mala suerte, y soy tirando a torpe, por lo que la mesa acabó cediendo y se cayó al suelo, conmigo encima. Penoso. Pero aún así, me hizo gracia y me entro un largo y profundo ataque de risa, que mezclaba sentimientos de diversión y dolor por las pequeñas astillas que tenía ahora clavadas en mi brazo.
Pero allí estaba yo, tumbada encima de aquella mesa rota que se había caído, riéndome como una loca y con un compañero que acababa de conocer.

Me quede pasmado cuando la mesa se cayo con ella encima por ende no tarde en disipar el polvo, era la primera vez que veía una mesa desmoronarse así, alce mi varita para repararla cosa de hacerla bien resistente y mi compañera que no dejaba de reírse como una loca quedo sentada de nuevo como estaba antes pero las astillas aun estaban ahí así que me le acerque sacándolas todas juntas con un encantamiento, mire su sangre correr; busque en mi capa esencia de dictamo la cual saque derramando sobre la herida para que se empezara a cerrar, busque mi pañuelo blanco para dejar el frasco tapado aun lado y vendarle el brazo con mi pañuelo, estaba tan pero tan acostumbrado a hacer esto rápido que ya nada me sorprendía por que simplemente tenia dos hermanos menos que siempre se lastimaban por brutos y claramente yo siempre los curaba al ser el mayor.

Guarde la esencia de dictamo en mi tunica para agitar la varita creando un torbellino pequeño con el encantamiento ráfaga que se trago todo el polvo de la habitación y libere por una chimenea, me quede en silencio mirando como todo quedo suspire por que así la pobre chica no tendría que andar estornudando cada cinco minutos.-Es solo cuestión de saberte las contraseñas y bastara…ammmm tu brazo curara en segundos y casi me matas del susto pensé que te paso algo.-comente con calma riéndome un poco solo un poco, busque en mi saco una caja de ranas de chocolate blanco, tenia todos mis bolsillos encantados podría llevar hasta un auto en ellos, la abrí dándole una rana de chocolate a ella eso siempre alegraba mas las cosas y la otra la abrí llevándola entera a mi boca. Empecé a caminar mirando una de las paredes que eran falsas para sonreír de lado.-El dragón Gales se ha comida mi nariz.-se escucho un estornudo fuerte seguido de muchas risitas pequeñas que hicieron que la pared se abriese revelando escalones que subía hacia arriba, nos llevaría al aula de astronomía y a estas horas no había ni un alma.-Vamos!.-reí subiéndolas.-