A falta de despacho... [Libre]

El encuentro que había tenido con Alexia no lo tenía de buen humor. De hecho era todo lo contrario. Apenas salió del invernadero, con sus zapatos llenos de tierra, se dispuso a encontrar a Anne. No era un secreto para nadie la relación que había entre los hermanos Von Ruerich. Para él, su hermana era la única que podía tranquilizarlo en esas ocasiones. Quizá era su parecido con su madre o lo madura que era para su edad, pero aunque sólo hablara un rato con ella su humor mejoraba. Y pasaba lo contrario cuando no la veía con frecuencia. Como ocurrió en el instante en que una de sus compañeras le dijo que no estaba en la sala común. Bien, entonces ¿dónde diablos se había metido? Las clases ya habían terminado y tendría que estar allí. Tal vez Wyatt supiera dónde estaba o, en el mejor de los casos, estaría con él. Sí, seguro era una de esas opciones, aunque últimamente su hermano mayor estaba demasiado ocupado con su nuevo trabajo.

Hasta donde sabía, aún no tenía un despacho y el estar encerrado no le agradaba, así como a Michael tampoco. Comenzó a caminar, decantándose por empezar a buscar en la biblioteca. No erró. Allí, en una de las mesas se encontraban los dos. Caminó hacia sus hermanos, alcanzando a escuchar lo último que dijo su hermano. Ah, sí… Ése tema del que ya había hablado con Annie. -¿Ya le preguntaste?- cuestionó en voz lo suficientemente alta, haciéndose notar al tiempo que despeinaba el cabello rubio de Anne y daba una palmada en el hombro de su hermano mayor. Tomó asiento en una de las sillas y enarcó una ceja con una saludable muestra de curiosidad.

Aunque ya lo sabía, a veces no dejaba de sorprenderse por lo mucho que sus hermanos parecían conocerlo. Era normal, después de todo. Eran la única familia que tenían, y siempre estaba eso a lo que Wyatt llamaba “cosas de mellizos”, esa conexión que había entre él y Anne. Si algo le sucedía, ella no necesitaba más que mirarlo, así como con él pasaba lo mismo. Se podía decir que entre ellos no había secretos, no podía haberlos. Sabía que, incluso, su hermano lo conocía tan bien que no podría ocultarle nada. Lo bueno de él era que nunca lo presionaba, a diferencia de Anne que era tan insistente que siempre terminaba cediendo. Sin embargo, no lo hizo en ese momento, se limitó a depositar un beso en su mejilla al que Michael respondió esbozando una media sonrisa. Y sí, tendría que hablar con ella, pero no en ese momento. Se encogió de hombros como respuesta. Se recargó en el respaldo de la silla y se balanceó sobre las patas traseras de ésta, mientras escuchaba su hermana lanzar la pregunta que los había tenido sacando conclusiones durante un largo rato.

No pudo evitar reír en cuanto su hermana terminó. –Muy sutil, enana,- dijo, negando con la cabeza sin borrar la sonrisa de sus labios. Sí, era eso lo que tanto querían preguntarle a su hermano mayor, pero no pensó que le lanzaría la bomba así como así. Alzó la mirada al techo abovedado de la biblioteca, escuchando la respuesta que Wyatt tenía que darles. Como siempre, evadiendo responder a la pregunta. –Ya, bueno, no es como si nosotros hubiéramos hecho algo…- miró alternadamente a su melliza y a Wyatt. En realidad simplemente habían escuchado rumores. Y era no hacerlo cuando tu hermano mayor era un ex jugador de Quidditch que ahora era un profesor en Hogwarts. –La enfermera no está nada mal…- enarcó las cejas acompasadamente, pensando en la pelirroja que se encargaba de la enfermería del colegio. No, no estaba para nada mal. –No prestamos demasiada atención, pero ahora que deducimos que es cierto, lo único que no nos agrada es el haberlo escuchado de todo el Colegio y no de ti,- bien, quizá exageraba un poco al incluir a todo el colegio, pero casi era así. Los rumores en Hogwarts se propagaban con rapidez. –El que debería de dejar de preocuparse eres tú, Wyatt… Ya no somos unos niños, ¿verdad, Annie?- miró a su hermana, buscando su apoyo a lo que acababa de decir y volvió a ver a su hermano mayor. Siempre había dicho que juntos, eran difíciles de vencer, y así era.

Debía de haberse esperado una respuesta de ese tipo de parte de Wyatt. Aparentemente, eso de la hermeticidad era algo de los hombres Von Ruerich. Ni él ni Michael eran demasiado demostrativos con otras personas. En lo personal, a él le costaba mucho el decir qué era lo que pensaba, lo que sentía. Siempre se había sentido débil al aceptar que algo lo afectaba frente a otras personas. Pero ellos no eran “otras personas” y, de hecho, eran las únicas dos personas en las que confiaba, en las que podía ser él mismo. Mantenía su atención dividida entre Annie y Wyatt, atento a las reacciones de ambos y a sus palabras. No podía culpar a su hermano mayor por querer evadir el tema, pero eran sus hermanos y estaban en su derecho de saberlo y de molestarle hasta que soltara la sopa. ¿No eran todo un encanto? Decidió dejar pasar el tema de la profesora de Pociones. Conocía perfectamente esa respuesta y todo lo que implicaba –el mismo Wyatt se la había enseñado-, y si quería algo con Van Der Voort, nadie se lo iba a impedir. Era un Von Ruerich, después de todo.

Sin darse cuenta, él y su melliza siempre usaban un “nosotros” para hablar. Cuando se percataba de ello, no podía evitar sentirse orgulloso y demasiado afortunado de tenerla a su lado. Anne era su complemento, su contraparte. A veces podía ser una molestia, pero la verdad era que no podía estar mucho tiempo separado de ella. Y odiaba verla sufrir, verla mal, verla siquiera un poco cabizbaja. Como en ese momento. Su expresión se tensó y enarcó una ceja, anticipando lo que iba a decir. Era algo que ya habían hablado en un par de ocasiones. No eran unos desagradecidos, sabían todo lo que había hecho Wyatt por ellos desde siempre, pero ya era hora que su hermano comenzara a preocuparse por él mismo en lugar de preocuparse por ellos dos. Sí, le debían y mucho, y seguían aumentando esa deuda, si es que se le podía llamar de una forma tan vil a algo así. Ellos nunca hubieran dejado que su hermano dejase el Quidditch, si hubiera sido una decisión en la que hubieran influido. Apoyó su mano en el hombro de su hermana y apartó su mirada por un momento, extrañamente cohibido por el momento.

Pero tuvo que volver a mirar a su hermano en cuanto comenzó a hablar. La verdad era que no era necesario que lo dijera, ellos ya lo sabían de una u otra forma. Sin embargo, siempre era tranquilizante el recordarlo. Eran una familia, sólo se tenían ellos y eso los hacía muy unidos. Esos episodios tan… Íntimos siempre le incomodaban. Rascó su barbilla distraídamente, antes de responder a la pregunta de su hermano. –Como todo un grupo de autoayuda…- respondió, esbozando una sonrisa ladeada que intentaba darle una apariencia despreocupada, ajena a lo que realmente pasaba por su cabeza. –Vamos, Annie… Te ves horrible con ésa cara. Sonríe al menos…- dijo a su melliza, codeando sus costillas suavemente, intentando relajar el tenso ambiente que se había creado.

No entendía qué diablos pasaba con Anne. El no saber qué le ocurría lo ponía ansioso y muy preocupado. Ella le contaba todo, ¿no? Debió de haberse dado cuenta de que algo no le gustaba a su hermana, de que se sentía mal o que los ataques de melancolía la invadían de nuevo. En ocasiones como esa se sentía como un pésimo hermano. Tendría que emboscar a Anne hasta que soltara qué era lo que le sucedía, Michael podía ser tan insistente como ella cuando quería saber algo. Pero esperaría a que estuviera sola, en un lugar menos público y donde no hubiera oportunidad de que alguien la viera si se soltaba a llorar, como parecía querer hacerlo en ese instante. No quería que se sintiera presionada, por lo que después de darle ese suave codazo no hizo ni intento de tocarla, se limitó a mirarla fijamente, como si quisiera leer sus pensamientos y poder sacar una conclusión de lo que le ocurría.

Tan rápido como Anne había intentado guardar la calma, vino el cambio de tema. Para él era un poco apresurado, pero no la cuestionó. Así como tampoco lo hizo Wyatt, que se limitó a quedarse callado y a aceptar el cambio de conversación. No quedaba de otra o sería peor. Aunque de igual forma fue peor… El tener la atención puesta sobre él no le gustaba para nada. Siempre había sido algo más hermético en sus problemas, como lo era su hermano mayor. Quizá por eso lo entendía un poco más si no quería contarles algo. Tenía la creencia de que era mejor no preocuparlos por cosas que no valían la pena, tal y como lo que le había ocurrido un momento atrás que lo había molestado bastante. Sonrió de lado, mirando a su melliza y colocó su mano sobre la de ella, que acariciaba su rostro. La tomó y depositó un beso en el dorso de su mano, en un gesto tranquilizador, apretándola suavemente.

-En realidad no es nada,- comenzó a decir, orgulloso del tono despreocupado con que lo dijo. Y es que en verdad creía que no era nada digno de mención. La presencia de su hermano no le molestaba en absoluto, así como tampoco la de su melliza. Claro que había cosas que le contaba a Annie que no le decía a Wyatt, más que nada para evitar una reprimenda, pues su hermano se tomaba el papel de padre muy en serio. No tan en el fondo, Michael agradecía eso. –Olvidé en el invernadero el libro de… La abuela,- exhaló profundamente, mirando a Anne antes de mirar a su hermano. –Cuando regresé por él, me encontré con Alexia y…- frunció el ceño y se encogió de hombros. –Discutimos un poco,- ellos entenderían perfectamente el “discutimos un poco”. Significaba que casi habían terminado lanzándose hechizos el uno al otro. Ella se había metido con su hermano y él se había metido con sus padres. Era justo. Con Wellcjek siempre había tenido una relación muy extraña. Le gustaba, sí, y bastante, pero en ocasiones no quería otra cosa más que lanzarle una maldición. –Les dije que no era nada,- ¿quién pensaría que iba a terminar charlando sobre una chica? Sí que iba de mal en peor.