Bienvenido
Bienvenido a Magic is Might, un foro basado en la tercera generación de la saga de Harry Potter. Este año se realizará el torneo de los tres magos, participaran del mismo Hogwarts {Inglaterra}, Magedumanis {Grecia} y Myeongmab {Corea del Sur}. Los campeones aun no han sido elegidos, sumate a esta aventura y participa del torneo, agregando tu nombre en el cáliz o simplemente apoyando a tu campeón.
Últimos temas
¿Quién está en línea?
En total hay 1 usuario en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 1 Invitado Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 79 durante el Dom Oct 27, 2024 3:54 am
Censo de Estudiantes
Hogwarts 20 |
Magedumanis 15 |
Myeongmab 8 |
Copyright
El contenido del foro incluyendo el skin, el contenido intelectual pertenece, las imágenes del diseño son propiedad de los administradores del foro
Cualquier acción que pueda ser considerada plagio será denunciada. No copies, usa tu imaginación.
Cualquier acción que pueda ser considerada plagio será denunciada. No copies, usa tu imaginación.
Maldito Poltergeist {Gaël}
2 participantes
Página 1 de 1.
Maldito Poltergeist {Gaël}
No daba crédito, ciertamente es que no daba crédito. Aquel era un día demasiado extraño para su gusto. A primera hora el profesor de Encantamientos no había ni asistido, por lo que los muchachos habían acabado lanzándose aviones de pergamino unos a otros, mientras las féminas hablaban de cualquier cosa que no fuera curricular, se sobreentiende que cotilleos no se habían echado en falta. A segunda había cursado Aritmancia; pensó por un momento que el día volvería a su normalidad, pero no, la profesora había decidido impartir una de esas clases sin ánimo de lucro que no agradan ni a los que quieren trabajar ni a los que no. Vamos, que no habiéndose dormido nunca en clase en esa hora estuvo tentada cuatro o cinco veces. A la tercera más de lo mismo, por lo que relatarlo sería una verdadera pena y pérdida de tiempo, sólo destacar que era una de esas jornadas en las que uno deseaba con todas sus fuerzas que se acabase pronto. Y más o menos ocurrió, con la habitual puntualidad.
Había bajado a comer más pronto que la mayoría de los alumnos, debido a que después tenía que ponerse manos a la obra con el trabajo de Runas Antiguas del que era deudora, al menos hasta el Lunes, pues era la fecha asignada para la apertura del plazo de entrega. A Renata siempre le había gustado hacer el día de hoy todo lo que pudiera para así tener más libres los fines de semana; trabajadora, mas también la agradaba el relajarse y disfrutar de su tiempo sin estudiar y sin deber alguno. Se decantó por un poco de tarta de manzana y zumo de calabaza, su cabecita ya necesitaba su dosis diaria de glucosa y tampoco es que contase con demasiado apetito; y tampoco parecían tenerlo los demás, los habituales a tales horas del almuerzo no se hallaban presentes, y eso no presagiaba nada bueno. Decidió dejarse de tonterías y dirigirse por fin hacia la Biblioteca, ya pensando en cómo estructuraría el trabajo; ideas claras y concisas, solían ser de ayuda.
Atestado. Al llegar al lugar que solía ser el más tranquilo de toda la escuela se encontró con que casi no había asiento donde descansar las posaderas. ¡Era incoherente!¡Ilógico! Alumnos que ella misma habría pensado que no sabían ni que en Hogwarts existía una Biblioteca estaban allí, charlando. Madame Pince se encontraba al borde de un ataque de histeria en una de las esquinas donde abundaban los tomos de Herbología y Dragones, mientras que todos asemejaban haberse puesto de acuerdo para hacer de su día algo bizarro y totalmente fuera de la norma. Estaba claro que en un habitáculo como aquel no se podía trabajar, y menos con tanta gente a su alrededor. Se mostraba tranquila, de semblante inemotivo como le era costumbre, mas en el fondo estaba agobiada y lo único que buscaba era desaparecer de allí, cuanto antes.
Sus neuronas no se demoraron de más en ejercer su función, al fin y al cabo no había sido sorteada para Ravenclaw por una casualidad del destino, el Sombrero Seleccionador no se equivocaba nunca. En el aula abandonada del sexto piso seguramente encontraría la tranquilidad y calma que buscaba en aquellos momentos y que, al parecer, no podría disfrutar en muchas otras estancias del castillo. Estaba en forma debido a los entrenamientos de Quidditch, por lo que subiría con cierta rapidez, para no desperdiciar el tiempo más que nada.
Unos seis minutos fue lo que transcurrió desde el inicio de las escaleras flotantes en el segundo piso hasta la puerta de dicho aula, junto a una sonrisa auto-suficiente. No solía equivocarse y esa era, sin lugar a dudas, una de esas ocasiones; no había ni un alma pululando por dichos lares. Tomó el añejo pomo entre las falanges de la mano izquierda al ser zurda y escuchó el escueto chirrido que causó la cerradura antes de abrirse y dejarle el paso libre. Había polvo, sí; estaba oscuro, también; pero a fin de cuentas era lo que buscaba y no tenía motivo alguno para quejarse. Se acercó pues a uno de los pupitres, dejando sus libros de texto sobre él, junto al maletín. Casi saboreando lo que sería una tarde, aunque aburrida, productiva, quiso sentarse, mas la estridente, aguda y vil vocecilla del Poltergeist del colegio la hizo mirar hacia arriba, justo en el instante en que una gran tromba de agua caía sobre su cabeza. Cerró los ojos a la par que el gélido líquido bañaba su dorado cabello y gran parte de su uniforme, a la par que los libros y su cartera. Creyó poder contenerse una vez más, pero esa vez le fue imposible.
-¡PEEVES!-bramó dando una patada al suelo. Aquello no era propio de ella, pero es que el día tampoco ayudaba en nada-.
Había bajado a comer más pronto que la mayoría de los alumnos, debido a que después tenía que ponerse manos a la obra con el trabajo de Runas Antiguas del que era deudora, al menos hasta el Lunes, pues era la fecha asignada para la apertura del plazo de entrega. A Renata siempre le había gustado hacer el día de hoy todo lo que pudiera para así tener más libres los fines de semana; trabajadora, mas también la agradaba el relajarse y disfrutar de su tiempo sin estudiar y sin deber alguno. Se decantó por un poco de tarta de manzana y zumo de calabaza, su cabecita ya necesitaba su dosis diaria de glucosa y tampoco es que contase con demasiado apetito; y tampoco parecían tenerlo los demás, los habituales a tales horas del almuerzo no se hallaban presentes, y eso no presagiaba nada bueno. Decidió dejarse de tonterías y dirigirse por fin hacia la Biblioteca, ya pensando en cómo estructuraría el trabajo; ideas claras y concisas, solían ser de ayuda.
Atestado. Al llegar al lugar que solía ser el más tranquilo de toda la escuela se encontró con que casi no había asiento donde descansar las posaderas. ¡Era incoherente!¡Ilógico! Alumnos que ella misma habría pensado que no sabían ni que en Hogwarts existía una Biblioteca estaban allí, charlando. Madame Pince se encontraba al borde de un ataque de histeria en una de las esquinas donde abundaban los tomos de Herbología y Dragones, mientras que todos asemejaban haberse puesto de acuerdo para hacer de su día algo bizarro y totalmente fuera de la norma. Estaba claro que en un habitáculo como aquel no se podía trabajar, y menos con tanta gente a su alrededor. Se mostraba tranquila, de semblante inemotivo como le era costumbre, mas en el fondo estaba agobiada y lo único que buscaba era desaparecer de allí, cuanto antes.
Sus neuronas no se demoraron de más en ejercer su función, al fin y al cabo no había sido sorteada para Ravenclaw por una casualidad del destino, el Sombrero Seleccionador no se equivocaba nunca. En el aula abandonada del sexto piso seguramente encontraría la tranquilidad y calma que buscaba en aquellos momentos y que, al parecer, no podría disfrutar en muchas otras estancias del castillo. Estaba en forma debido a los entrenamientos de Quidditch, por lo que subiría con cierta rapidez, para no desperdiciar el tiempo más que nada.
Unos seis minutos fue lo que transcurrió desde el inicio de las escaleras flotantes en el segundo piso hasta la puerta de dicho aula, junto a una sonrisa auto-suficiente. No solía equivocarse y esa era, sin lugar a dudas, una de esas ocasiones; no había ni un alma pululando por dichos lares. Tomó el añejo pomo entre las falanges de la mano izquierda al ser zurda y escuchó el escueto chirrido que causó la cerradura antes de abrirse y dejarle el paso libre. Había polvo, sí; estaba oscuro, también; pero a fin de cuentas era lo que buscaba y no tenía motivo alguno para quejarse. Se acercó pues a uno de los pupitres, dejando sus libros de texto sobre él, junto al maletín. Casi saboreando lo que sería una tarde, aunque aburrida, productiva, quiso sentarse, mas la estridente, aguda y vil vocecilla del Poltergeist del colegio la hizo mirar hacia arriba, justo en el instante en que una gran tromba de agua caía sobre su cabeza. Cerró los ojos a la par que el gélido líquido bañaba su dorado cabello y gran parte de su uniforme, a la par que los libros y su cartera. Creyó poder contenerse una vez más, pero esa vez le fue imposible.
-¡PEEVES!-bramó dando una patada al suelo. Aquello no era propio de ella, pero es que el día tampoco ayudaba en nada-.
Renata H. Lawrence»Ravenclaw - Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/01/2012
Edad : 29
Re: Maldito Poltergeist {Gaël}
-¡Jeröme! ¡Cógelo!-. Grité mientras le lanzaba uno de los aviones de papel, con tan mala suerte de que éste se giró, y no le dio tiempo, por lo que el pico del papelito se metió en uno de sus ojos. Abrí la boca sorprendido y corrí hacia él. -Lo siento, lo siento...-. Murmuaba una y otra vez, pues para nada había sido mi intención aquello. Por suerte no fue nada grave, eso si, luego decía que le escocía el ojo como un condenado. Por suerte mi hermano era fuerte como un roble, además no se solía enfadar conmigo. Aquella hora, en Encantamientos, el profe no había aparecido, por lo que los chicos de clase nos habíamos puesto a hacer el cazurro, como siempre, mientras las chicas cotilleaban en una de las esquinas, intentando no ser arrasadas por nosotros. Yo, después del percance con mi hermano, decidí dejar de hacer el gamba, no quería lastimar a nadie más. Me senté junto a una de las chicas, una rubia de ojos azules que, a decir verdad, ni siquiera recordaba como se llamaba, y comencé con mis normales tonteos. Por que si, en mi era de lo más normal aquello. Cuando no tenía nada mejor que hacer, me acercaba a alguna de las chicas guapas y comenzaba a soltar mi típica parrafada... no usaba con todas la misma, pero casi todas eran del mismo estilo.
El día no había sido uno de mis favoritos. Quitando la primera clase, en la cual me lo había pasado realmente bien, las siguientes habían sido fatídicas, además, habían mandado más tarea junta que la que había podido llegar a ver en toda mi vida. ¿Cómo demonios iba a conseguir hacerlos todos? La respuesta estaba sentada a mi lado en aquel momento, en el gran comedor hinchandose a muslitos de pollo. Mis clases de aquel día se habían terminado por fin, pero no las suyas. A él aún le quedaban dos clases más, ahí se veía cuan listo era más que yo. Quizá por esa razón era por lo que yo iba a buscarle cuando de deberes se trataba... sin el quizá. Aunque aquel día aún tenía dos horas por delante para echarme una buena siesta. Una vez hube terminado de comer, le acompañé hasta su siguiente clase y, despidiéndome con una colleja amistosa, caminé hacia la torre de Ravenclaw para llevar a cabo mi cometido. No había casi nadie allí y era comprensible. Aún no me entraba en la cabeza que yo hubiese quedado en la casa de los inteligentes, aunque supongo que en realidad yo si era inteligente, aunque para los estudios no fuese. Subí los escalones hacia el dormitorio, tiré la mochila al suelo, sin fijarme donde caía, y me tiré sobre mi cama, cerrando los ojos y durmiendo finalmente en un par de minutos, sueño fácil.
No supe cuanto tiempo había dormido, pero cuando me desperté ya era tarde. Miré el reloj y no pude creerme que no me hubiese levantado antes, ahora tendría que correr a buscar a Jerö antes de que se fuese a dormir, porque si era muy tarde no accedería a ayudarme con los deberes, le conocía perfectamente bien. Tomé mi mochila y corrí hacia la sala común, el primer sitio en el que buscar. Por allí no había ningún indicio de que mi trabajador hermano hubiese pasado por allí. El siguiente sitio en el que debía buscarle estaba claro, la biblioteca. Salí de la sala como alma que lleva el diablo y bajé escaleras hasta llegar al piso donde se encontraba aquel santuario de libros, el cual mi hermano amaba. Nada más llegar supe que allí tampoco podía encontrarse. Odiaba los sitios atestados de gente y aquel definitivamente lo estaba, y no lo entendía. Además que para estudiar no servía de nada. Volví a cerrar la puerta tras percatarme de que la mirada enfurruñada de la bibliotecaria se había clavado en mi y me quedé pensativo.
Si Jeröme no estaba en la sala común ni en la biblioteca, podría estar en cualquier parte. Solo me quedaba buscarle, al menos intentarlo. Bajé escalones sin siquiera mirar por donde iba hasta que vi a lo lejos la cabellera rubia de Renata. -Bueno, a falta de pan buenas son galletas-. Renata podría ayudarme. No me haría los deberes, como mi hermano, pero sabía que me ayudaría a ello. Caminé hacia donde se encontraba pero, cuando estaba a tan solo unos pasos de la puerta del aula, una tromba de agua cayó sobre la cabeza de mi amiga, empapándola por completo. Abrí los ojos sorprendido pero no pude evitar soltar una fuerte carcajada, pues era muy gracioso. Alcé mi mirada y pude ver a Peevees riéndose como un condenado, como yo. Negué con la cabeza y caminé hasta quedar juto a Re. Dejé los libros en el pupitre de al lado y alcé una ceja. -Estás sexy mojadita-. Comenté.
El día no había sido uno de mis favoritos. Quitando la primera clase, en la cual me lo había pasado realmente bien, las siguientes habían sido fatídicas, además, habían mandado más tarea junta que la que había podido llegar a ver en toda mi vida. ¿Cómo demonios iba a conseguir hacerlos todos? La respuesta estaba sentada a mi lado en aquel momento, en el gran comedor hinchandose a muslitos de pollo. Mis clases de aquel día se habían terminado por fin, pero no las suyas. A él aún le quedaban dos clases más, ahí se veía cuan listo era más que yo. Quizá por esa razón era por lo que yo iba a buscarle cuando de deberes se trataba... sin el quizá. Aunque aquel día aún tenía dos horas por delante para echarme una buena siesta. Una vez hube terminado de comer, le acompañé hasta su siguiente clase y, despidiéndome con una colleja amistosa, caminé hacia la torre de Ravenclaw para llevar a cabo mi cometido. No había casi nadie allí y era comprensible. Aún no me entraba en la cabeza que yo hubiese quedado en la casa de los inteligentes, aunque supongo que en realidad yo si era inteligente, aunque para los estudios no fuese. Subí los escalones hacia el dormitorio, tiré la mochila al suelo, sin fijarme donde caía, y me tiré sobre mi cama, cerrando los ojos y durmiendo finalmente en un par de minutos, sueño fácil.
No supe cuanto tiempo había dormido, pero cuando me desperté ya era tarde. Miré el reloj y no pude creerme que no me hubiese levantado antes, ahora tendría que correr a buscar a Jerö antes de que se fuese a dormir, porque si era muy tarde no accedería a ayudarme con los deberes, le conocía perfectamente bien. Tomé mi mochila y corrí hacia la sala común, el primer sitio en el que buscar. Por allí no había ningún indicio de que mi trabajador hermano hubiese pasado por allí. El siguiente sitio en el que debía buscarle estaba claro, la biblioteca. Salí de la sala como alma que lleva el diablo y bajé escaleras hasta llegar al piso donde se encontraba aquel santuario de libros, el cual mi hermano amaba. Nada más llegar supe que allí tampoco podía encontrarse. Odiaba los sitios atestados de gente y aquel definitivamente lo estaba, y no lo entendía. Además que para estudiar no servía de nada. Volví a cerrar la puerta tras percatarme de que la mirada enfurruñada de la bibliotecaria se había clavado en mi y me quedé pensativo.
Si Jeröme no estaba en la sala común ni en la biblioteca, podría estar en cualquier parte. Solo me quedaba buscarle, al menos intentarlo. Bajé escalones sin siquiera mirar por donde iba hasta que vi a lo lejos la cabellera rubia de Renata. -Bueno, a falta de pan buenas son galletas-. Renata podría ayudarme. No me haría los deberes, como mi hermano, pero sabía que me ayudaría a ello. Caminé hacia donde se encontraba pero, cuando estaba a tan solo unos pasos de la puerta del aula, una tromba de agua cayó sobre la cabeza de mi amiga, empapándola por completo. Abrí los ojos sorprendido pero no pude evitar soltar una fuerte carcajada, pues era muy gracioso. Alcé mi mirada y pude ver a Peevees riéndose como un condenado, como yo. Negué con la cabeza y caminé hasta quedar juto a Re. Dejé los libros en el pupitre de al lado y alcé una ceja. -Estás sexy mojadita-. Comenté.
Off. Mil perdones por la mierda de post
Gaël A. Southerland»Ravenclaw - Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 30/12/2011
Re: Maldito Poltergeist {Gaël}
Furibunda, colérica, iracunda. No eran cualidades que soliesen definirla, es más, se asemejaban más bien a sus antónimos, sobretodo porque no había experimentado jamás aquello de salirse de sus cabales, no conocía otra forma de vivir que dentro de ellos. El ceño levemente fruncido y la respiración agitada. Su pecho ascendía y descendía con pasmosa rapidez, con la finalidad de colapsar sus pulmones con oxígeno. Puede que hiperventilando consiguiese calmar ese ardor que comenzaba a agolparse en sus mejillas, por ende también relajar sus músculos. Nada ni nadie había conseguido hasta la fecha tal efecto en Renata. Acostumbrada a la calma y el sosiego, los cursos habían sido pleno ejemplo de placidez desde un inicio, poco creíble incluso para un alumno de Ravenclaw, “los cerebritos” según la mayoría. El Sombrero Seleccionador no se equivocaba nunca, y menos con ella. Errar significaba acontecimientos de otro índole para muchos, pero lo cierto es que aquel cachivache tenía bajo los alares el futuro de todo quien ingresaba en la escuela. Había tenido bastante con un día de perros, o peor, de kneazles. Cómo odiaba a esos bichos. Parecía que les habían dado un puñetazo en la nariz y se les había quedado hundida para dentro, además de que eran huraños y agresivos. En efecto, había tenido una mala experiencia con dicha especie, aún le dolía el profundo arañazo en la pierna.
Cesó de golpear el suelo con el pie. Alzó la mirada. El Poltergeist se carcajeaba de ella, aunque parecía que no era el único. Una segunda risotada la desconcertó, haciendo que descendiese sus claras pupilas en busca del foco del sonido; los empapados mechones sobre su faz tampoco es que ayudasen a visualizar bien la situación. Borrosa. Espera un momento,¿esa voz…? La de Gaël, era completamente inconfundible. Su mejor amigo poseía una risa vivaz y alegre que nadie en el castillo había sido capaz de igualar, al menos para ella. En otra ocasión lo más probable es que hubiese correspondido con una sonrisa, pero entre que aún estaba asimilando lo que había acontecido, estaba comenzando a sentir frío y su cara se había tornado de color vociferador. En los siguientes cinco segundos se dedicó a intentar vocalizar, sin éxito, optando finalmente por arreglarse un poco el desaliñado cabello. Lo que había sido un mosqueo importante en el momento del impacto fue disgregándose, desapareciendo, hasta el punto que sus labios se curvaron ascendentemente. Siempre que Gaël entraba en escena acababa haciéndola sonreír, de una u otra manera.
Él se puso a su lado. Le dio un pequeño empujón en el hombro. Cuántas veces habría escuchado un comentario así de su parte. Recordaba que aquel día se había pasado la mitad de la clase de Encantamientos, en menor o mayor proporción, coqueteando con una de sus compañeras, la cuál obviamente le dio coba. Ser un chico guapo te podía abrir muchas puertas, y teniendo labia unas cuantas más. Solía pedirle que le hiciese los deberes a su hermano Jeröme, lo sabía de buena tinta. No era la primera vez que coincidían en la biblioteca y este estaba realizando ambos trabajos a la vez, con una vuela pluma en ocasiones. Ella misma se había dicho toda la vida que jamás le haría los trabajos a nadie, pero con Gaël era…diferente. No sabía como ni cuando pero la acababa convenciendo para que lo ayudase. Maldita facilidad de palabra, debería de aprender a resistirse a ella. Bueno, quizás debería, pero no quería.-Dijo quien atribuye el adjetivo sexy a casi todo el público femenino en innumerables ocasiones.-puntualizó con cierto aire socarrón, sin intención más clara que picarle. La soledad podía agradarle en ciertos momentos, no lo negaba. Eso sí, la compañía de aquel bromista empedernido la suplía con creces-.
Tomó uno de los lados de la túnica entre sus manos y lo retorció para laterales contrarios, haciendo que una pequeña cascada de agua se precipitase hasta el suelo. El eco de las risas de Peeves la hizo bufar, como recuerdo de lo que anteriormente había sido completo enfado. Le dedicó otra mirada, de soslayo esta vez. Su sonrisa se acrecentó.-Y aunque me halagas, esta no es forma de saludar a tu mejor amiga. No te perdono que te hayas reído de mí vilmente, Gaël Abraham Southerland.-puchereó fingidamente. Le revolvió el pelo, sabía que no le gustaba demasiado. Después de ello, un beso en la mejilla. Gracias a Merlín que su rostro ya no podía albergar más sonrojo, pues se habría adueñado de forma sutil de él sin lugar a dudas. Sabía sacar su lado más afectuoso. También un extraño cosquilleo en el estómago. Definitivamente raro, pero le gustaba-.
Off: No hay nada que perdonar y lo sabes. Mil golpes de remo te voy a dar, está perfecto. e.é ♥
Cesó de golpear el suelo con el pie. Alzó la mirada. El Poltergeist se carcajeaba de ella, aunque parecía que no era el único. Una segunda risotada la desconcertó, haciendo que descendiese sus claras pupilas en busca del foco del sonido; los empapados mechones sobre su faz tampoco es que ayudasen a visualizar bien la situación. Borrosa. Espera un momento,¿esa voz…? La de Gaël, era completamente inconfundible. Su mejor amigo poseía una risa vivaz y alegre que nadie en el castillo había sido capaz de igualar, al menos para ella. En otra ocasión lo más probable es que hubiese correspondido con una sonrisa, pero entre que aún estaba asimilando lo que había acontecido, estaba comenzando a sentir frío y su cara se había tornado de color vociferador. En los siguientes cinco segundos se dedicó a intentar vocalizar, sin éxito, optando finalmente por arreglarse un poco el desaliñado cabello. Lo que había sido un mosqueo importante en el momento del impacto fue disgregándose, desapareciendo, hasta el punto que sus labios se curvaron ascendentemente. Siempre que Gaël entraba en escena acababa haciéndola sonreír, de una u otra manera.
Él se puso a su lado. Le dio un pequeño empujón en el hombro. Cuántas veces habría escuchado un comentario así de su parte. Recordaba que aquel día se había pasado la mitad de la clase de Encantamientos, en menor o mayor proporción, coqueteando con una de sus compañeras, la cuál obviamente le dio coba. Ser un chico guapo te podía abrir muchas puertas, y teniendo labia unas cuantas más. Solía pedirle que le hiciese los deberes a su hermano Jeröme, lo sabía de buena tinta. No era la primera vez que coincidían en la biblioteca y este estaba realizando ambos trabajos a la vez, con una vuela pluma en ocasiones. Ella misma se había dicho toda la vida que jamás le haría los trabajos a nadie, pero con Gaël era…diferente. No sabía como ni cuando pero la acababa convenciendo para que lo ayudase. Maldita facilidad de palabra, debería de aprender a resistirse a ella. Bueno, quizás debería, pero no quería.-Dijo quien atribuye el adjetivo sexy a casi todo el público femenino en innumerables ocasiones.-puntualizó con cierto aire socarrón, sin intención más clara que picarle. La soledad podía agradarle en ciertos momentos, no lo negaba. Eso sí, la compañía de aquel bromista empedernido la suplía con creces-.
Tomó uno de los lados de la túnica entre sus manos y lo retorció para laterales contrarios, haciendo que una pequeña cascada de agua se precipitase hasta el suelo. El eco de las risas de Peeves la hizo bufar, como recuerdo de lo que anteriormente había sido completo enfado. Le dedicó otra mirada, de soslayo esta vez. Su sonrisa se acrecentó.-Y aunque me halagas, esta no es forma de saludar a tu mejor amiga. No te perdono que te hayas reído de mí vilmente, Gaël Abraham Southerland.-puchereó fingidamente. Le revolvió el pelo, sabía que no le gustaba demasiado. Después de ello, un beso en la mejilla. Gracias a Merlín que su rostro ya no podía albergar más sonrojo, pues se habría adueñado de forma sutil de él sin lugar a dudas. Sabía sacar su lado más afectuoso. También un extraño cosquilleo en el estómago. Definitivamente raro, pero le gustaba-.
Off: No hay nada que perdonar y lo sabes. Mil golpes de remo te voy a dar, está perfecto. e.é ♥
Renata H. Lawrence»Ravenclaw - Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/01/2012
Edad : 29
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Nov 07, 2012 7:03 pm por Kim Maeh Ri
» Choosen 6 Afiliación Élite
Jue Sep 27, 2012 1:05 am por Invitado
» oxford university || elite
Jue Sep 06, 2012 4:37 pm por Invitado
» Return to the Stage // Normal
Jue Ago 16, 2012 1:40 am por Invitado
» digimon rol elite
Jue Ago 02, 2012 12:58 pm por Invitado
» DueRougue {Afiliación Élite}
Mar Jul 31, 2012 6:35 am por Invitado
» Saint Seiya Warsong Gulch
Jue Jul 19, 2012 10:54 am por Invitado
» Little Hangleton {Foro Necesita Ayuda Urgente}NormAl
Lun Jul 16, 2012 11:59 pm por Invitado
» Full metal Alchemist: The Destiny [normal]
Jue Jul 12, 2012 4:24 am por Invitado