Perdido desde el primer día >Molly<

Era mi primer día en el colegio. Me había quedado bastante sorprendido con el castillo por fuera, pero por dentro me había sorprendido mucho más aún. Era inmenso, un laberinto en el cual uno se podía perder fácilmente. Ya había pasado por el sombrero seleccionador, pensaba que iba a pasar muchos más nervios, pero en realidad aquella ceremonia había pasado como si nada. Me molesté un poco al principio cuando aquel sombrerito me mandó a la casa de Hufflepuff en vez de a Gryffindor, pero poco después aquel pequeño enfado se me pasó y acepté que Hufflepuff era una buena casa y que si me habían mandado allí sería por algo, quizás reunía más cualidades para pertenecer a la casa de los tejones que a cualquier otra. En realidad ese problema no era nada del otro mundo, yo podría adapatarme con facilidad a cualquier cosa.
Después de salir del Gran Comedor tras haber entablado algunas leves conversaciones con algunos de los alumnos de Hogwarts los cuales me habían tratado con mucha amabilidad, cogí mis baules y cargué con ellos al mismo tiempo que murmuraba cosas en mi contra por haberlo llenado tanto. Después rodé los ojos y me di un golpe en la cabeza. No había practicado mucho la magia, pues nuestra madre siempre había querido que tomáramos costumbras muggles, pero si finalmente nos habían metido en Hogwarts sería por algo. Saqué la varita del bolsillo de mi pantalón, pues aún no me había puesto la túnica ni el uniforme del colegio, y con un leve movimiento hice que los baules flotaran en el aire y subieran las escaleras ellos solitos de aquella manera. Sonreí ampliamente orgulloso de mí mismo, pues a pesar de no tener mucha práctica aquel hechizo me había salido a la perfección. Subí corriendo las escaleras y me paré al lado de los baules, al mismo tiempo que rascaba mi cabeza levemente, pues ahora no sabía bien cuál era el camino que debía tomar para llegar a la sala común de Hufflepuff. Suspiré y volviendo a meter la mano en mi bolsillo saqué un mapa de Hogwarts que me había regalado mi hermana hacía ya algún tiempo. No sabía cómo ella había conseguido algo así, pues ella había estado estudiando en Beauxbatons, aún así, le estaba muy agradecido de que me lo hubiera regalado.
Lo extendí y comencé a darle vueltas intentando encontrar el camino. Era impresionante, pero aquel castillo era imposible, ni si quiera conseguía guiarme con el dichoso mapa. ¿Realmente era tan difícil hubicarse o es que yo era demasiado torpe? Suspiré una vez más y me senté en uno de los baules, mientras continuaba mirando el mapa intentando encontrar el camino, sin ni si quiera darme cuenta de que el mapa estaba del revés. Realmente era algo torpe.

Seguía allí sentado, murmurando cosas, intentando hubicarme de una vez por todas, pero aquello parecía imposible. Quien hubiera construido aquel castillo seguramente lo había hecho para que todo el mundo se perdiera en él y no pudiera salir jamas. Pasaba mi mano una y otra vez por mi nuca, frotándola levemente al mismo tiempo que negaba con la cabeza debido a mi torpeza, como no me pusiera en movimiento pronto me iba a quedar allí todo el día, pues nadie parecía dispuesto a ayudarme, allí cada uno iba a su bola. Estaba dispuesto a ponerme en camino a mi sala común, con todo el riesgo que suponía aquello, cuando de repente vi a una chica en frente de mí. Alcé una ceja levemente al escuchar como me saludaba y después le dediqué una leve sonrisa. -Hola desconocida.- Le saludé de la misma forma en la que lo había hecho ella. Escuché como aquella chica murmuraba mi nombre, seguramente lo había leído en uno de mis baules. Le dediqué una leve sonrisa al escuchar como ella se presentaba y me levanté de mi baúl mirándole. -Encantado Molly, al fin ul alma caritativa que se digna a ayudarme.- Le dije en tono divertido sin borrar aquella sonrisa de mis labios, llevaba allí un buen rato y nadie se había acercado a mí ni si quiera a presentarse, así que que aquella pelirroja lo hiciera era de agradecer, y mucho. Asentí con la cabeza al escuchar el siguiente comentario de la muchacha. -Sí, Elisabeth es mi hermana. ¿La conoces?.- Pregunté rascándome levemente la cabeza. Hacía bastante que no veía a Eli, tenía muchas ganas de estar con ella y achucharla nuevamente como en los viejos tiempos, cuando ambos aún estábamos en casa. Eso de que los dos estuviéramos en la misma casa era una ventaja, pues así podríamos pasar mucho más tiempo juntos.
Vi como Molly conjuraba un hechizo igual al que yo había conjurado antes y las maletas nuevamente comenzaban a levitar y a avanzar solas. Escuché las palabras de la chica y vi como comenzaba a saltar de una escalera a otra. Asentí con la cabeza y rápidamente empecé a perseguirle. -Ya te sigo, pero con un poco más de calma por favor.- Grité en tono divertido corriendo y brincando detrás de ella

Seguía a Molly corriendo lo más rápido que podía, pero había que reconocer que aquella chica tenía una agilidad sorprendente, tendría que pedirle algunos consejos más tarde para que me enseñara a moverme de la misma forma sin tropezarme ni caer al suelo un millón de veces, pues yo para esos temas era un poco patoso, lo realmente extraño era que el Quidditch se me daba demasiado bien. Así era yo, un poco rarito. Solté una risilla al ver como la pelirroja me sacaba la lengua y rodé los ojos con diversión al escucharla, al mismo tiempo que incrementaba un poco más mi velocidad, claro, para ella era bastante fácil, pues parecía conocerse el castillo y todas sus trampas y trucos a la perfección. -No tiene nada que ver con la edad, es solo que no me acostumbro a este castillo.- Le dije en tono divertido, aunque completamente sincero, me llevaría algo de tiempo a acostumbrarme a que las escaleras se moviesen y las puertas y cuadros cambiaran de lado a su antojo.
Vi como Molly venía hacia donde yo estaba y alcé mi cabeza levemente mirándole, pues ella había quedado algo más alta que yo, claro, estaba subida en algo pues en altura la superaba con creces, ya que a pesar de tener 15 años, yo era bastante alto. Escuché lo que me dijo la chica y una sonrisa se dibujó en mis labios al mismo tiempo que asentía levemente con la cabeza. -Es una idea estupenda. Siempre me a gustado el Quidditch, además, tiene que ser divertido jugar a tu lado.- Le dije en tono divertido al mismo tiempo que le guiñaba un ojo. -Después de colocar mis cosas e instalarme como dios manda iré a apuntarme.- Añadí sin borrar la sonrisa de mis labios, imaginándome lo bien que podría hacerlo en el equipo