Clases para la Serpiente [Charlotte]

Clases particulares. Cuando estudiaba en Hogwarts parecían una buena idea. Si tu torpe amigo no era capaz de conjurar algo sin hacer estallar otra cosa tenía la oportunidad de mejorar, de aprender para no suspender. Sin embargo como profesor, la cosa era bien distinta. Clases particulares era sinónimo de una hora de tediosa atención individualizada, una hora en la que no podía dedicarse a sus propios e importantes asuntos, como leer o deambular sin rumbo. Lo que más irritaba a Geralt era el hecho de que muchos de los que solicitaban las clases no las necesitaban. Ravenclaws y Slytherins demasiado perfeccionistas principalmente. En fin, algo malo tenía que tener el trabajo de profesor, a parte de tener que seguir haciendo caso a McGonagal. Bastantes órdenes suyas había recibido cuando era estudiante…

Geralt se hallaba sentado en la mullida butaca que presidía la mesa del profesor, situada en la esquina derecha del aula, a fin de no obstaculizar la vista de la pizarra. Inclinado sobre la mesa y con la cara apoyada en la mano izquierda, observaba con profundo aburrimiento un trabajo que había mandado a los alumnos de quinto. Para ser sinceros, Geralt estaba leyendo sin prestar realmente demasiada atención. Los trabajos escritos y exámenes teóricos eran otra de las cosas que no le gustaban de su puesto. Habría sido feliz limitándose a enseñar práctica. El silencio del aula solo se rompía en determinados momentos, cuando la pluma rasgueaba sobre el pergamino al hacer Geralt alguna corrección o poner la nota al trabajo, o cuando Fenrir, el búho del profesor, soltaba algún sonido estrangulado. Maldito animal, no podía llevarlo a la lechuzería, era demasiado huraño, de modo que tenía que tenerlo rondando por el aula y el despacho.

Tras una media hora, la puerta se abrió con un chirrido. Geralt soltó la pluma en el tintero como si de una serpiente venenosa se tratara, feliz de librarse de ella y observó el reloj de pared. Tres minutos antes de lo previsto, bien. ¿Su alumna hoy? Charlotte Laurent. Una Slytherin prepotente y purista, que muy a pesar de Geralt, le agradaba. A pesar de que probablemente habría sido tan malcriada como la mayoría de los hijos de familias de magos (incluso él lo fue en su tiempo), hacía las cosas por si misma, y no se detenía ante nada. Lo cual no siempre era necesariamente bueno, pero era una cualidad que Geralt valoraba. Cuando la chica asomó el rostro en el aula Geralt le hizo un gesto con la mano indicándola que entrase. Desde luego, a Geralt nunca le había parecido que necesitara clases de refuerzo.

Mientras su alumna entraba, Geralt recogió los trabajos, los apiló y con un par de ligeros golpes cuadró el taco de pergaminos en un lado de la mesa. Geralt arregló las mangas de su camiseta de manga corta con un par de tirones. Con el paso de los años había acabado por detestar las túnicas, eran demasiado voluminosas e incómodas. Su indumentaria actual, unos vaqueros desgastados y una camiseta gris, era infinitamente más cómoda. Muchos pensaban que no era una indumentaria adecuada para un profesor, pero bueno, eso era algo que a Geralt le traía sin cuidado. Mientras la chica avanzaba, Geralt se puso cómodo en la butaca que presidía su mesa, apoyando el brazo izquierdo en el reposabrazos, sujetándose el rostro, mientras que con la otra mano toqueteaba su lisa cicatriz con aire distraído.

- ¿Urgente?- preguntó Geralt, enarcando una ceja y esbozando una media sonrisa. No tenía programado ningún examen para los de sexto, ni tan siquiera una prueba práctica sorpresa. Esta clase no tenía nada de urgente a ojos del profesor, desde luego. A no ser claro, que quisiera practicar algo que necesitase usar en un futuro próximo. Bueno, visto lo visto Hogwarts estaba totalmente sembrado de fuerzas oscuras, pero desde luego a Geralt, viendo el perfil de la chica que tenía delante, le parecía que más que defenderse de esas fuerzas oscuras, las empuñaba. Bueno, eso quizá fuera un juicio precipitado, pero hasta él había oído sobre lo cruel que podría llegar a ser la señorita Laurent. Geralt ensanchó ligeramente su sonrisa antes de proseguir, con cierta sorna.- Adelante, dime que quieres practicar, antes de que algún mago tenebroso entre por la ventana y nos mate.