La curiosidad mato al Conejo {Privi. Kelyan}

Los fines de semana eran la gloria para mi, lo esperaba con tanto recelo, que apenas podía dormir los viernes por la noche. Era típico, me iba a rondar por Hogsmeade,, pero claro estaba prohibido al menos para los alumnos que se quedaban en Hogwarts, yo la verdad lo que menos queria era pasarla con mis padres, llenos de reclamos por ser una de las peores, y problemáticas alumnas de Hogwarts, pero va, así era yo, no tenia por que cambiar para ganarme la aceptación de las personas, era el problema de muchos. Hogwarts se veía tranquilo y pasivo cuando llegaban los fines de semana, al menos los sabados por la mañana, ya que el viernes era un escandalo, todos arreglando sus cosas, para pasar el fin de semana con sus padres, o al menos lejos de las paredes frias de Hogwarts, era otoño y ese lugar si que era frio. Me había abrigado bien, y ese que apenas llegaba la época de invierno Hogwarts se tornaba de nieve, nunca se sabía cuando exactamente. Salí de Hogwarts por una de sus puertas secretas, casi rara vez me gustaba usar la puerta de enfrente, siempre me gustaba usar cosas nuevas, me pare hasta la estatua de una vieja bruja y le jale la manija, para luego abrir uno de los muros debajo de ella, me deslice por el laberinto, tenia que ir a gatas, no era muy estrecho. Mi cabello se fue llenando de telarañas lo cual, me llenaba de terror, pues el simple hecho de encontrarme una araña me daba menudo pánico. Por suerte siemplemente eran telarañas, pues mi varita estaba bien agarrada en mi mano e iluminaba mi camino a la perfeccion, pude notar uno que otro escarabajo, o ratas correteando entre los pasillos intentando escapar de mi, que era monumentalmente grande ante su presencia. Llegue hasta unas escaleras donde pude estirar mi cuerpo y subirlas, hasta toparme con una puerta de madera. Había tomado un camino distinto al de Honeyduckes, este me llevaba a la casa de los gritos, recuerdo que la primera vez que había entrado me había llevado un tremendo susto, pero a decir verdad, no había nada, solo que era un lugar viejo, y todo crujía, si teníamos fantamas en Hogwarts no me podía asustar nadamas, no entendia por que tanto terror a esa casa avandonada. Mi padre me lo había prohibido, y es que ahí suelen quedarse personas no muy buenas, pero no era que vivieran por toda la eternidad, al menos ahora, en esa época, estaba vacia, y me encantaba estar ahí haciendo bromas a los curiosos como yo querían probar su valentía. Entre hasta las profundidades de la casa, y camine a una de las habitaciones subiendo más escaleras, pues la pequeña puerta donde había entrado salía del sotano. La habitación en la que estaba había un Piano viejo, le faltaban solo dos teclas, era de color marrón, me preguntaba quien había vivido en ese lugar. Pase mis manos por las teclas, solo sabia unas cuantas notas, que empecé a tocar.