Empecemos por romper las normas {Byron Hollow}

Era increíble la de indeseados que había en el colegio. La de indeseables con los que me topaba día a día y me miraban sonriéndome, ¿qué coño miraban? Envidia, envidia pura. Porque mi relación ante ellos era nula. Una mirada que echaba fuego y un rostro seco, de asco. Eso mismo recibían, no se merecían más. Mas faltara que ellos a pesar de todo aun esperaran algunas palabras o hasta una sonrisa. Jamás la conseguirían, era difícil tener mi simpatía.

Estaba en los jardines sentada en el césped verde de Abril, un césped frío pero eso a mí me daba lo mismo, me aburría, y bastante por así decirlo. Veía pasar la gente, pero no me interesaba nadie, por desgracia para mi eran la mayoría Gryffindors, básicamente pocos eran los que podían dirigirme las palabras exceptuando a unos cuantos. Por lo que había oído estaban entrenando para el Quidditch. No sabía que tenía de interesante ver a unos cuantos patosos volar en escobas, si a eso se le llamaba volar. Lo único bueno, que valía la pena era ver si se caían de ella. Miré hacia el cielo, un cielo nublado y me puse a pensar algunas ideas sobre qué hacer. ¿Estudiar? Que era eso, nada. En mi mundo no era nada, esa palabra no existía, quizás, repasar el examen. Por lo tanto esa idea era nula en mi cabeza de posibles cosas que hacer. ¿Merodear? Cabía la posibilidad de aquello, pero la cuestión simple era a donde iría. Me sabía cada pared, cada rincón del colegio. Ya no tenía la ilusión de recorrerlo esperando encontrar algo nuevo como hacía antes. Desde pequeña me había gustado explorarlo, experimentar la sensación del peligro. Lo de perder puntos era un plus que se añadía a eso, un plus que me gustaba tener. Respiré el aire fresco que venía y lo expulsé lentamente. Nada, seguía ahí mismo.

Me levanté con decisión, estaba harta de ver pasar a gente poco agradable para la vista. Entré por las puertas del castillo y comencé a subir las escaleras. Me apetecían ganas de fumarme un cigarro allí mismo, pero no. Allí en medio no era el sitio más adecuado y tampoco el momento. Me dejaría el mono para más tarde. Mis pies subían escaleras sin rumbo. Primer piso, nada. Segundo piso, me paré unos instantes porque me pareció ver a alguien a lo lejos. Solo fue un error, un error que me desilusionó. Pensar que había encontrado mi entretenimiento, mi diversión de esa tarde... Tercer piso. El pasillo prohibido. Un buen lugar en donde no entraban ni la mitad, solo gente, que como yo, le gustaba experimentar la idea de que si te pillaban te podrían quitar puntos. Me gustaba eso. Entré y eché un vistazo a aquello. No había nadie, solo estaba la soledad y el silencio. Anduve unos cuantos pasos apoyándome en una de las ventanas mirando hacia la nada, un paisaje que no me llamaba demasiado la atención. Lo único que pensaba en aquel momento era "quiero un jodido cigarrillo".

Sentía como pasaban los segundos y estos se convertían en minutos, pero nada yo seguía allí. Aburrida porque, por desgracia, no había encontrado a nadie con quien pasar un buen rato y con eso me refería a torturar no a follar. Veía a los niños de primero demasiado inocentes como para dejarles ver como era, más que eso porque era prefecta, estaría mal visto que les tratara así sin hacer nada por lo que me limitaría a esperar, sabia que algún alumno, ya fuese de primero, segundo o tercero la liaría y entonces seria mi momento de jugueteo.

Seguía apoyada en la ventana, mi barbilla en mi mano y el codo en el filo de esta, intentando estar de una posición más cómoda pero nada. A lo lejos escuché unos pasos los cuales no les mostré importancia hasta que estuvieron lo suficientemente cerca de mi. Se pararon y con el silencio que había se oía más o menos que distancia se hallaba la persona. De su dueño salió una voz, una voz que reconocía a la perfección, sin mirarle y vamos, en cualquier parte. Aun con la barbilla apoyada en mi mano la giré lentamente hasta acabar mirándole a los ojos, pero esa mirada fija solo permaneció un par de segundos pues tocaba recorrerlo con la mirada, de abajo hacia arriba, era una manía que tenia. - Vaya, vaya si es mi querido amigo Byron Hollow. Alcé una ceja mientras le 'saludaba' y dejaba entrever una sonrisa medio de lado en mis labios. Observé como se acercaba pero apenas me inmuté, no era nada con todo lo cerca que habíamos estado. Acabé solo con el codo apoyado en la ventana y girada por completo hacia su posición, sin dejar de mostrarme indiferente aunque siendo como éramos, amigos de los buenos, todo esto era simplemente una escena de ambos, porque sabía que si necesitaba ayuda dejaríamos todos estos 'humos' de superiores e ironía a un lado. Me acerqué a él, a sus labios más bien para contestar a su pregunta. - Estoy a la misma distancia que tú. Terminé y entre nuestros rostros solo había de distancia como dos centímetros, no más. Volví a sonreírle de manera pícara, con la intención de tentarle y me volví a separar, dejando que la distancia fuera la protagonista entre nosotros. - Además soy prefecta, te podría castigar por estar aquí. Añadí mostrando un poco de superioridad, aunque comprendía que eso no le iba a quitar los pensamientos que se pasaban por su cabeza. Es mas, le tentaba, seguro. ¿A quien no le tientan saltarse las normas? Es más era algo excitante.

Casi empecé a reírme de manera exagerada cuando dijo 'verano'. Acomodé mi mano en su hombro y con esa sonrisa de traviesa le contesté. - Cariño, el verano a pasado hace mucho tiempo. Cambié el rumbo de mis verdosos ojos hacia ese paisaje que no tenia nada de especial. - Creía que estabas más actualizado. Dejé caer. Un despiste podía tenerlo cualquiera, incluso yo, pero esa oportunidad de hacer 'bromas' no la podía pasar por alto.