Me apetece...¡chocolate! {Alice L.}

Tras varias semanas de clase por fin se había hecho la primera excursión a Hogsmeade del curso. Frank estaba eufórico, tenía demasiadas ganas de ir ya al pueblo mágico, no lo visitaba desde el curso pasado, pues en verano no había ido. Esa mañana se vistió a toda prisa con ropa muggle y acudió lo más rápido que pudo al Gran Comedor. Era ya bastante tarde, pues estaba a rebosar de gente.
Se acercó a la mesa de los leones y se sentó en el primer hueco libre que encontró. Antes de echarse nada en el plato se inclinó hacia delante para buscar a Roxanne con la vista y, al menos, saludarla con la mano. La divisó en el fondo norte de la mesa, rodeada por sus amigas. Cuando Rox lo vio él saludó con la mano, dedicándole una sonrisa radiante.
Después empezó a echarse un montón de cereales en el cuenco y en un visto y no visto había terminado. Sus amigos también habían terminado y le instaron a marcharse. Frank se levantó, fue donde Roxanne y le dio un beso en la mejilla diciéndole que se verían más tarde en Hogsmeade. La chica asintió y el moreno se fue de allí.
El camino a Hogsmeade era largo, y si tenías que ir a pie podías tardar alrededor de 20 minutos. Si nevaba podía ser un poco más. Pero aún era otoño y en Hogwarts no nevaba hasta finales de noviembre.
Una vez en el pueblo, Frank se dirigió a una de sus tiendas favoritas: Honeydukes. Quería -y necesitaba- comprar chocolate. Abrió la puerta con una gran sonrisa y entró en el local. Se dirigió a la zona de chocolate lo más rápido que pudo y por el camino se encontró con cierta rubia, Alice. Se acercó por detrás a ella y la agarró por un hombro.
-Hola, hermanita -sonrió y miró lo que estaba comprando-. ¿Qué compras?

El recibimiento de Alice fue gritar el nombre de Frank y tirarse encima de él. Se lo hacía casi siempre y se debería decir que estaba acostumbrado, pero no. Aunque le gustaba que lo hiciera. Toda la gente que había en el local se giró al escuchar los gritos de la loca de su hermana pero a Frank le dio igual. Cuando vio la mueca que adornaba la cara de Alice sonrió, no tenía que preocuparse por lo que pensasen los demás. Seguro que si se lo proponían podían ser el doble de escandalosos que su hermana.
Alice se separó un poco de él para enseñarle lo que estaba cogiendo. Ranas de chocolate. De los dulces del mundo mágico las ranas de chocolate eran algo que hacían que Frank se perdiese por completo -tal vez fuera porque tenían chocolate, pero eso no importa-.
- ¿Cómo no vas a morirte de ganas? Tienen chocolate -dijo Frank mirando el estante, como si no hubiese comido en semanas. Rápidamente alzó las manos y cogió unas cuantas ranas, dándole más de la mitad a su hermana-. A estas te invito yo -le dijo sonriendo. Luego la cogió del brazo y tiró de ella hasta la zona donde estaban las plumas de azúcar y las grageas-. ¿De esto quieres? -preguntó, cogiendo un par de cosas para él.

Sonreió de lado al escucharla bromear.
-Sabes que contigo siempre soy considerado... -dijo sonriendo él también con diversión. Siempre se portaba bien con ella, y a veces se ponía un poco -mucho- pesado con algunos temas, pero era porque la quería y quería protegerla-. Siempre y cuando estudies, ya lo sabes -le guiñó un ojo y siguió caminando hasta las grageas.
Frank siempre se ponía pesado con dos temas cuando se trataba de su hermana: los estudios y los chicos. No le gustaba que ella dejase todo para el último día, como hacía siempre, porque luego se le acumulaba y no daba estudiado todo. También estaba que ella era un poco despistada a veces y se desconcentraba. Por eso la perseguía muchas veces. En cuanto a los chicos...bueno, Frank podía ser bastante permisivo. Siempre y cuando el chico en cuestión le inspirase confianza y lo creyese apto para poder estar con su hermana. Una vez lo aceptaba no la molestaba demasiado. Eso sí...como se enterase de que el chico le hacía daño a su hermanita...se podría decir que Troya volvería a arder.
-Está bien... -cedió, mirando alternativamente a las grageas y después a su hermana-. Para otro día te invito yo a todo.
Caminaron por el resto de la tienda mirándolo todo, hasta que Alice preguntó por Roxanne. El Gryffindor la miró sonriendo -algo que le pasaba con solo nombrar a la Weasley- y se encogió de hombros.
-Cuando salí del castillo aún estaba desayunando, después la veré -tal vez había sido un poco necio por dejarla allí, igual le había parecido mal a la chica. Pero él tampoco quería atosigarla, aunque él preferiría estar todo el día con ella-. No le insistí demasiado en venir por si se sentía presionada o algo, no quiero que esto salga mal -finalizó un poco confundido.