Los dulces no solo son para los niños {Afrodite}

¿Que hacía ella en Hogsmeade? Era un verdadero misterio. La verdad era que, ni siquiera lo sabía ella misma. Solo había querido dar una vuelta por algún lugar donde no la reconocieran, un lugar en el que no hubiera mucha gente que digamos, pues quería pensar un rato. Relajarse. Por lo mismo, se había escapado del colegio; y había llegado allí.

Hacia tiempo que no venía a este lugar. Ya casi ni iba a comprar dulces, pues ahora su padre le enviaba su munición por lechuza; temeroso que le pasase algo si iba a comprarlos. Patrañas. Pero aun asi, no pudo evitar sentir cierta nostalgia cuando pasó por el frente de la tienda donde a menudo compraba sus chocolates, recordando que si bien no siempre pasaba por allí, iba con sus amigos en los momentos agradables, lo cual hacía que valiese la pena.

Hizo resonar algunas de las monedas que descansaban en su bolsillo. Las horas se le hacían eternas cuando no tenía nada que hacer. El sol calentaba con fuerza, algo que no era de esperar estando en las fechas que estaban. Caminó unos minutos sin saber muy bien qué hacer, tendría que empezar a buscarme compañía. Eso de ir solo a todas partes, últimamente, dejaba de tener su gracia pasadas las semanas.

Leía los carteles que colgaban sobre las puertas de las tiendas. Nada se le hacía apetecible hasta que encontró Honeydukes. Sacudió su cabeza, de todos sus pensamientos; utilizó su mano derecha para taparse los ojos del sol y entró a la dulcería, decidida. El cambio de temperatura, era radical. Honeydukes era su favorita del pueblo. Como era de esperarse, todos se giraron a verla. Tampoco es como si fuese muy normal, ver a alguien entrando a las horas menos concurridas. Había varias personas, por supuesto; pero no estaba atestada de gente. Para su suerte.

- Eh... Hola -Saludó como si nada, aunque un poco cohibida por las miradas de las personas. Suspiró y echó un vistazo a todos los dulces, y como siempre, dudó. Era difícil, la decisión. Mientras pensaba qué comprar, paseó su vista por la tienda. Dos alumnos que reconocía gracias a sus exhaustivas rondas de prefecta, en las noches; algunos adultos; mujeres y sus hijos pequeños, y un chico no mucho mayor que yo, que me parecía haber visto en alguna parte pero no recordaba cual. Quizás había estudiado en Hogwarts, unos años atrás. Pero… ¿cómo no se había dado cuenta nunca de su presencia, si parecía de lo más… popular?

Encogió un hombro, sin prestar mucha atención y finalmente, tras unos dubitativos instantes se decidió por el nuevo chocolate blanco, con relleno a gominolas. Depositó las monedas sobre el cristal y miró a todos lados en busca de una mesa. En una, estaba el chico del que se había fijado desde un principio, y las demás estaban ocupadas por gente sumamente normal. Se quedó apoyada en la barra, observando el panorama.