Tratando de evitarte {Lorcan}

Las clases apenas habían terminado hacia unos minutos, en cuanto habían dicho que nos podíamos retirar salí disparada del aula como si fuera un alma que se lleva el diablo y muchos se sorprendieron por mi comportamiento ya que no solía ser así, normalmente me tomaba mi tiempo para salir pero esta vez no podía y la razón era muy simple y tenia nombre “Lorcan”. No es como si no quisiera verlo al contrario me gustaría el poder contemplarlo todos los días pero si me quedaba y se acercaba a hablarme lo que pasaría era que me pondría tan nerviosa que no sería capaz de decir ni una sola palabra y lo más probable era que simplemente me sonrojaría tanto como un tomate y haría muecas extrañas mientras trataba de responder lo que fuese. No quería que él me viera de esa manera pero no podía evitarlo mi timidez era en muchas ocasiones más fuerte que yo y eso no me gustaba para nada y trataba de superarlo pero por el momento no podía hacer nada más que evitarlo hasta que fuera capaz de hablar normalmente con él.

Llegue a una pequeña desviación que había en el pasillo por el cual había venido prácticamente corriendo para mi suerte no había nadie, así que me asome por el borde para ver si estaba cerca o lo había perdido de vista y tal parecía que no me había podido seguir el paso así que me tranquilice para después suspirar aliviada recargándome contra la pared del pasillo que estaba completamente solo. Di gracias a Merlín por permitirme perderlo de vista y que no me encontrara, me deslice en el muro hasta quedar sentada en el suelo deje mis libros a un lado de mi, puse mis manos sobre mi rostro el cual sentía como estaba más caliente de lo normal gracias al sonrojo que se había apoderado de él y es que solo pensar en aquel rubio hacia que mi loco corazón se acelerara hasta mil, así que estaba tratando de que se calmara.

No estaba prestando atención para ver si alguien se acercaba así que me tomo completamente por sorpresa el sonido de unos pasos acercándose a donde yo estaba escondida e inmediatamente levante mi rostro sonrojado y allí estaba parado frente a mi aquel rubio que me robaba el aliento con solo una palabra y yo sin poder decir hola.

Toda la clase me la había pasado volteando una y otra vez para poder ver a Lucy, la pelirroja que me traía dando vueltas por la noche. Cierto era que siempre he mantenido mi distancia de los Weasley pese a que mi hermano fuera muy cercano a ellos, pero Lucy... ella era... me dejaba anonadado con tanta belleza. Muchos me preguntaban cómo era que teniendo a tantas chicas haciendo fila afuera de los dormitorios escogiera a ella, que era tímida e incluso evitaba estar cerca de mí. La respuesta era obvia. Ella no era como las demás.

El momento en que nos dejaron salir de clase tomé mi tiempo y esperé sentado en mi pupitre teniendo una charla de último minuto con un compañero, ya había notado antes que Lucy siempre se quedaba un buen rato en el aula tomando sus cosas y todo eso. Esperaba poder quedar un rato con ella al final de clase pero cuando todos se disiparon y tuve vista hacia el lugar donde estaba sentada ella ya se encontraba completamente vacío ¿en dónde se había metido? azoté mi mano en una de las mesas maldiciendo y salí por la puerta apartando a todo que se me interpusiera en el camino. -¿Has visto a Lucy?- pregunté a varios alumnos con los que chocaba, pero nadie respondía. Finalmente, después de recorrer casi un pasillo completo, alguien me dijo hacia dónde había ido.

Ahí estaba, con el rostro entre sus manos y recargada en la pared. Me acerqué tratando de no hacer mucho alboroto hasta que ella estaba frente a mí. Sonreí agachando la cabeza y entonces ella descubrió su rostro, sabía ya que mi presencia le ponía nerviosa pero no podía evitar coquetearle. Coloqué una de mis manos en la pared, cerrándole el paso de un lado y me lamí los labios -¿Algún día dejarás de huir de mí o me dejarás aún con la imagen de acosador de Hogwarts?- dije riendo ligeramente mientras observaba su rostro.

Apenas podía escuchar lo que me decía ya que mi corazón retumbaba fuertemente en mis oídos, sentía como mi pulso estaba acelerado, él como mi rostro se calentaba ya que la sangre subía por el enrojeciéndolo por completo. Estaba más que nerviosa, cuando había pensado que no lo vería hasta la cena aparece justo frente a mi quitándome la poca tranquilidad que había conseguido después de haberme sentido observada por él durante toda la clase. No tenía ni la mas mínima idea de cómo me había encontrado pero con esto me daba cuenta de que realmente no me podía ocultar de él y si de verdad quería hacerlo la única opción que tendría era meterme a la sala común de Hufflepuff, pero no podía hacerlo ya que si lo hacía no podría verlo lo cual era doloroso.

- Ahmm yo no…no quiero eso – logre decirle lo cual de alguna manera era un avance ya que antes simplemente hubiera negado con la cabeza y eso me hizo un poco feliz pero no pude evitar desviar mi mirada al suelo mientras me mordía el labio inferior de lo nerviosa que estaba no solo por que estuviera aquí si no porque me había dejado acorralada no podía simplemente levantarme e irme de allí tendría que pasar sobre él y la ver dad no me sentía capaz de eso, me temblaban las piernas ligeramente así que ni siquiera era capaz de levantarme del suelo. Pase una de mis manos por mi cabello en un intento de ocultar mi sonrojo con él para que no lo viera aunque a estas alturas el ya debía de estar acostumbrado por verme así lo cual solo lo hacía peor y más vergonzoso.

Pensé en lo que haría mi hermana y el solo pensarlo me dio aun mas vergüenza ya que ella seguramente se pondría a coquetearle y hasta terminaría con la situación con un beso o hasta algo mas, yo realmente nunca podría hacer algo así, jamás en mi vida podría coquetear con alguien simplemente no era así, no me veía a mi misma haciendo algo así, la admiraba y la envidiaba al mismo tiempo ya que ella tenía el valor suficiente como para decirle al chico que le gustaba sus sentimientos sin importarle si la rechazaban cosa que me hubiera gustado poder hacer pero si apenas podía hablar un poco en su presencia como podría siquiera pensar en decirle que me gustaba. La simple idea de hacerlo provoco que me mareara levemente por los nervios. Lo más que podía hacer era levantar lentamente mi mirada hacia él y le darle la mejor sonrisa que podía debido a los nervios que me invadían y a que realmente no sabía lo que debía de hacer.