Las cosas sí pueden ir peor....[ Jun Hyung]

El día no había empezado especialmente bien, como era habitual mientras me dirigía a la primera clase de la mañana, al girar una esquina me encontré con un grupo de séptimo de Slytherin, no tenía modo de poder evitarles, estaban justo en el pasillo que daba a la clase que me tocaba. Intente ignorar el hecho que estuviesen en aquel pasillo, pero algo me decía que ellos no harían lo mismo con migo. Inicié el camino con cierto temor a que pasase algo y no tardó demasiado, me impidieron el paso sin mediar palabras, simplemente hicieron una barrera entre los que estaban. Era consciente que pedir algo con amabilidad para aquellas personas no servía de nada, por lo que me limite a girarme y marcharme sin más. Para mi mala suerte decidieron seguirme, intente andar todo lo rápido que pude pero me alcanzaron, por suerte o por desgracia estábamos en una zona concurrida por lo que solo me informaron de alguna que otra amenaza y palabrería típico de matones.

Al final no pude ir a la clase y aunque no me gustaba saltarme clases, ese día no tenía más alternativa, simplemente espere a que fuese la hora de la próxima clase, Cuidado de criaturas Mágicas, una de mis clases preferidas. Por suerte a esa clase no llegué tarde, pero por lo visto algo parecía tener que ir mal en esa clase también. En el momento en el que debía prestar más atención mi problema hizo acto de presencia, nadie sabía de ello por lo que fingí, muy a mí pesar, estar atendiendo. Las consecuencias de dicha imprudencia no se hicieron esperar.

Pocos minutos después ya me encontraba en una de las camas de la enfermería de la escuela, con el ante brazo izquierdo vendado y algunas heridas en mis piernas y algún que otro golpe en el resto del cuerpo. Por suerte me acompañó Lee hasta la enfermería, pero incluso él desconocía mi problema, tan solo Jun lo sabía y no tenía como a visarle, por lo que opté por una lechuza y esperar a que quisiese aparecer. Solo deseaba salir de aquel lugar tan deprimente y continuar con mi vida cotidiana sin demasiados contratiempos.

Me encontraba en la sala común tirado en uno de los sillones comiendo maní sin mucho que hacer. Tenía una cara de aburrimiento que ya ni me la podía, ni siquiera ver como unas niñas de primer año se tiraban el cabello por quién sabe qué me divertía, de seguro era a causa de algún varoncillo. Bueno, admito que me reí cuando una alumna de quinto intentó separarlas y terminó en el suelo entre las otras dos diablas. Apareció una lechuza en la ventana, el prefecto abrió ésta y ahí recién reconocí a Pikachu, que traía en su pico una carta. Suspiré pensando en de quién sería y me senté alzando el brazo un poco para que el ave se posara en él y así fue. Me pasé la lengua por los labios, pues es la manía que tengo y se la quité echándola a volar tras darle un par de manís. Cuando leí "Oppa" supe enseguida que la carta era del angelito, así que seguí leyendo con una sonrisa pero ésta se fue extinguiendo a medida que iba descubriendo el contenido del mensaje. Me senté mejor rápidamente -estaba algo echado a pesar de haberme sentado antes- con el ceño fruncido. —¡Aigoo! ¡Esto no habría pasado si hubiese ido a la clase!— Exclamé golpeando la carta como si ella tuviera la culpa. Me puse de pie metiéndola en el bolsillo de mi pantalón y rápidamente salí de la sala, a pesar de no haber ido a clases andaba con el uniforme pero sin la túnica.

Mi idea era irme directo a la enfermería, pero hice una parada antes la cual sólo tardó unos minutos. Me sentía culpable, en verdad creía que si no hubiese dejado sola a Ji Sung su "problema" no habría sido peligroso, debí haber estado ahí para ayudarle. Por esa misma razón hice la parada aquella, como no era mi estilo pedir disculpas verbalmente tenía que hacerle llegar el mensaje de otra forma. ¿Y que Lee la había llevado a la enfermería? ¿Desde cuando son cercanos? Bueno, eso lo dejaría para después, ahora tenía que ir a verla. Al llegar a mi destino me detuve en la puerta buscándola con la mirada y al hallarla me escondí un poco. La observé unos segundos y cuando anduvo distraída comencé a caminar a hurtadillas, algo agachado hasta llegar a los pies de la cama sin que me viera. Me mantuve encogido aprovechándome de que el marco de la cama que va hacia los pies me cubría y tras prepararme un poco apareció un dragón. —¡Raaaaaaawr!— Dijo la criatura de color morado asomándose a los pies de la asiática.

—Me dijeron que algo te lastimó, ¿quién fue? ¡Le lanzaré fuego!— Puse la voz ronca sonando algo agresivo, era algo infantil lo que estaba haciendo pero mi comportamiento en presencia de la chica cambiaba un poquito, era como más "dócil". Asomé mi propia cabeza hasta la nariz y alcé las cejas mirando al angelito, apodo que se había ganado por ser una amiga incondicional además de estar siempre cuidando de mí, pendiente de que no me pasara nada. Mi actuación se vio interrumpida al ver su brazo, me dolió el estómago. Me comencé a parar algo serio y la miré a ella. —¿Te duele?— Fue lo único que pude preguntar en ese momento sujetando con ambas manos el peluche que le traía como disculpa. —Ten, te traje esto. Iba a traer un oso pero.. son muy repetidos.— Se lo lancé esperando a que lo atrapara con su otro brazo. Para conseguirle ese peluche hice la otra parada antes de la enfermería.

Estaba distraída pensando en mis cosas, en lo que haría en cuanto saliese de aquí y también en la de deberes pendientes que tendría que hacer, no soportaba tener tareas pendientes. Un suspiro salió de mi boca tras saber todo lo que debería hacer y todo por culpa de mi..”Problema”, todavía no se bien como llamar a algo que no avisa cuando va a reaparecer y que mucho menos aparece en momentos donde no hay peligro. Una vez más quedé en ridículo delante de toda la clase, pude ver como muchos se reían incluso gente que ni tan si quiera esperaba ese tipo de reacción. Sacudí la cabeza para no ponerme triste ante aquella situación, la cual no quería contar a nadie, sería inútil e innecesario que más gente, a parte de Jun supiese de ello.

Dí un salto en mi cama cuando escuche aquel rugido tan ridículo, delante de mi apareció un peluche de un dragón y poco necesite para adivinar de quien se trataba. Una sonrisa se esbozó en mis labios al saber que si había venido a visitarme, aunque en mi situación cualquier visita era interesante. Espere hasta que se incorporó y me dispuse a contestar su pregunta cuando me lanzó el peluche y pude agarrarlo con la otra mano. Miré mi brazo vendado y a continuación alce la mirada hacia la suya. – Bueno… un poco, pero no a sido nada grave por suerte.- comente mientras miraba el peluche y sonreí levente ante lo poco compatible que era la imagen de Jun y un peluche juntos.

-Gracias por visitarme y por el peluche…-musite entre dientes intentando no demostrar que de vez en cuando las heridas dolían más de lo esperado y de que durante las horas que llevaba en la enfermería mi problema había hecho acto de presencia en varias ocasiones, no me gustaba preocuparle más de lo necesario. – Que tal te fue el día?.- no sabía bien que preguntar, pero tampoco quería que el tema se centrase demasiado en el incidente, a pesar de que el motivo de su visita fuese ese.

Logré notar la sonrisa de Ji Sung, por suerte atrapó el peluche de dragón sin problemas. Me respondió que le dolía un poco el brazo y me mordí el labio inferior rascándome la nuca mientras que la otra mano la tenía dentro del bolsillo del pantalón. Se veía tan tierna cuando sonreía.. la verdad era que la suya era insuperable, jamás había visto una que me hiciera decirlo abiertamente, no suelo resaltar las cualidades de las personas, pero el angelito era caso especial. —No habrá sido grave pero igual te lastimaste.— Dije acercándome a ella por el lado en que estaba su brazo herido, mirándole la venda. —¿Son rasguñones feos?— Pregunté agachándome viéndole de cerca el brazo, e intenté ver un poco estirando la venda pero dejé de hacerlo para no dañarle. —¿Ya se te pasó lo del ti.. eso? ¿me oyes?— Parecía que la acosaba con tanta pregunta, pero estaba preocupado por su estado.

En el momento en que me agradeció el peluche y la visita me puse nervioso. No estoy acostumbrado a decir "no hay de qué", decirlo me provocaba humillación por decirlo de una manera, la poca costumbre. Era como un niño pequeño que no le quiere admitir a la madre que mojó la cama. —Ahh, claro.— Fue lo único que atiné a decirle por las gracias asintiendo con la cabeza sin mirarla. Me agaché apoyando mis brazos en la cama, teniendo que ver hacia arriba para verla y me dediqué a responder sobre cómo estuvo mi día. —Normal. Aunque habría sido mejor si no te hubiese pasado nada.— Le respondí apoyando mi cabeza en mis brazos, pero no aguanté mucho rato así porque me puse de pie, dándome la vuelta rodeando la cama hasta llegar al otro lado, donde Ji tenía su brazo sano. —Dame un espacio.— Dije como órden pidiéndole que se corriera, pues pretendía recostarme a su lado.

—Estoy algo resfriado, por haberme mojado con la lluvia el otro día. Ví a alguien y pensé que eras tú, así que le seguí y pues.. era Maeh. Pero no hablemos de eso..— Le conté rápidamente. Aún no se corría y yo ya estaba sentándome en la cama para ponerme junto a ella. Me encantaba invadir su territorio, llamar la atención de la pobre leoncita era algo que nacía solo en mí, bueno.. con casi todos, pero el de ella era especial. —Creo que luego iré a visitar al animal que te dañó para darle una paliza.— Golpié mi palma con el puño, la miré y sonreí de medio lado.

Deje que me tomase del brazo e intentase mirar si eran rasguños graves o no, me quede mirándole con cara de un tanto curiosa por ver que pretendía hacer, negué con la cabeza sin pronunciar palabra alguna. Mire al mismo lugar donde él estaba intentando averiguar que tan graves podían ser las heridas. – Si quieres te lo enseño, para que te quedes más tranquilo…- comente mientras me iba quitando poco a poco la venda del brazo, era más que probable que él viese las cosas mucho peores de lo que a mi parecer eran. Sabía que no era momento de bromear con mi problema auditivo, pero tras escuchar su siguiente pregunta fingí no a ver escuchado nada. Alce la mirada como si no hubiese dicho nada y continué quitando la venda, hasta que finalmente me deshice de ella. – No te preocupes, no volví a tener más problemas al respecto…- mentí, aunque no me gustaba hacerlo, no tenía más alternativa, no me gustaba preocupar a la gente y tampoco ser un impedimento a que hiciesen otras cosas.

Estaba dejando la venda a un lado cuando de pronto no te como me empujaba para que le hiciese sitio a mi lado. Le mire de reojo algo molesta, no podía pedir por favor las cosas, simplemente decidía lo que quería hacer y lo hacia sin más. Me aparte un poco y deje espacio suficiente para que se acomodase. Estiré el brazo en su dirección para que viese las heridas.- Oppa… dolió mucho…- puse cara de pena frunciendo los labios, podía fingir que no era tan grave, que con unas cuantas pociones mas las heridas cerrarían, pero el dolor inicial era imposible no recordarlo. Llorar delante de una clase entera no había sido lo mejor del día. Tras decir aquello pase mis brazos por su cintura, abrazándole y apoyando mi cabeza en su pecho, aunque sabía que le podía incomodar aquel gesto tan inesperado, no pude evitar buscar algo de consuelo en alguien conocido.

- Todo fue muy rápido y nadie sabe de mi problema, por lo que tuve que fingir que había sido un despiste…- a medida que iba hablando empecé a notar como si escuchase mi voz disminuir el volumen poco a poco, las ultimas palabras no estaba segura de si las abría escuchado. Me quedé en silencio, esperando que fuese algo rápido, causado por el estrés de la situación en la clase. Sabía que no se abría dado cuenta por que podía notar la vibración de la voz al hablar, pero no escuché nada de lo que me dijo a continuación. No recibió respuesta alguna y a pesar de que no me gustaba pasar por esa situación delante de nadie, en esa ocasión no pude evitar que así sucediese.

La verdad es que no me esperaba que me dejara ver la herida, así que cuando preguntó si quería darle un vistazo asentí. Ni tonto me perdía esa oportunidad, de manera que esperé a que retirara un poco la venda y cuando empezaron a aparecer los rasguños entrecerré los ojos como para analizarlos, qué se yo acercándome un poco a su brazo. Ayudé con mi dedo a apartarlas un poco y subí la mirada enseguida para verle al rostro. —Hmm.. no tiene cara de ser algo muy grave..— Comenté viendo muy de cerca las heridas, ni que fuera experto en el tema pero como ando peleando la mayor parte del tiempo ya sé reconocer algo cuando se trata de graverdad o no. La chica me dijo que no había tenido más problemas al respecto, y como estaba concentrado en mirar su brazo no logré distinguir en si eso era cierto o no. Me aparté entonces tras acariciarle un poco la mano y me dí la vuelta para decirle que me diera espacio. Ji Sung en ese momento dejaba la venda en otra parte.

Ella se corrió y me acosté a su lado teniendo que dejar la pierna que iba hacia el suelo colgando para apoyarme en caso de que me cayera, pues tampoco quería que la pobre quedarse incómoda y como yo era "el visitante" quedé con parte del cuerpo al aire. Estiró el brazo y seguí viendo sus heridas y lo siguiente que dijo, empezando por llamarme "Oppa" cosa que me encantaba aunque no lo admitiese, y cuando la miré y ví ese gesto en su cara me mordí el labio inferior algo nervioso, más cuando pasó su brazo por mi cintura abrazándome y luego apoyando su cabeza en mi pecho, no era la primera vez que lo hacía, pero aún no me acostumbraba del todo, el que fuese ella lo complicaba.

La Gryffindor me confesó que había tenido que fingir que era un despiste para que no supieran de su problema, así que mientras me contaba posé mi mano en su espalda apoyando mi mentón en su cabeza. Si entraba alguien y nos decía que nos veíamos tiernos así se ganaba que lo empujara desde la Torre de Astronomía, por hacerme pasar vergüenza. Aunque Ji había dicho en voz baja eso logré oírla debido a la cercanía. —¿Y qué pasó después de que te atacó el animal? Dijiste en la carta que Lee..— No terminé la frase, nuevamente ese Hufflepuff estaba metido en mis asuntos, y aunque es mi amigo admito que sentía envidia de él por varias cosas, empezando porque es un "niño bonito". Miré de reojo al angelito pensando en que se veía bonita acostada en la camilla, aunque suene cruel.. pero es que así se ve frágil y más ganas me dan de estar junto a ella y cuidarla.