¿Estudiando? Sí, claro... {Rose J. Weasley}

Qué tarde tan divertida, tan apasionante y tan... ¿Completa? Pergamino de Historia de la magia, de Pociones y repasar la lección de Transformaciones. Se supone que estos tendrían que ser los mejores años de mi vida, los más divertidos, los más auténticos, los que estarían más llenos de locuras... Pues qué concepto de diversión más extraña que tiene la sabiduría popular. Estoy tirando a la basura años y años de presunta libertad, quedándome en la biblioteca estudiando y trabajando. Quizás sea muy pesimista, pero yo prefiero llamarlo realista. Fíjate, mirándolo fríamente es exactamente así, estudias años y años la gran mayoría de las veces para nada. Estaba muy catastrófica ese día, hubiera sido mejor para mi quedarme en la Sala Común comiendo dulces y engordando junto a la chimenea y su delicioso y acogedor calor. Pero no, los libros son más interesantes, más agradables, más...
Estaba en una cama, una cama muy blandita y cómoda. Los ojos se me cerraban lentamente y el calor de aquel lugar me envolvía de tal manera que un dulce pero letal sueño se iba apoderando de mi cada vez más rápido. Y me quedé dormida, completamente dormida.
—¡Eh tú!—la voz de un chico hizo que abriera los ojos y me despertara de golpe. Era un alumno mayor, séptimo creo. Se estaba riendo de mi junto a otros chicos, y me miraban todos como si hubiera hecho algo malo.—Se supone que tienes que estudiar, ya sabes, esa cosa que se hace con los libros, ¿Me explico?
—Sí, es obvio que te explicas. El hecho de que no esté con los ojos como platos, leyendo como una loca y con la nariz pegada al papel no significa que no sepa lo que es estudiar.—Levanté mi dedo corazón y sonreí irónicamente unos segundos, antes de volver a bajar la cabeza y a intentar concentrarme de nuevo en aquellos interminables pergaminos.
Odiaba la biblioteca por varias razones. Aquella era una de ellas: la poca intimidad que tenías. ¿Nadie tenía derecho a estar cansado sin que se rieran de él o ella? Por Merlín, todos somos personas.
Llevaba concentrada no más de quince minutos cuando alguien se sentó a mi lado. Ah, genial, más gente que buscaba molestar.

—¡Rose!—Exclamé al ver a la guapa chica que se encontraba de pie a mi lado. La hermana de Hugo era una de las mejores compañías que me habría podido encontrar en aquel momento.—Por supuesto, la mesa es tuya.—Le sonreí y aparté la silla que estaba a mi lado para que ella se sentara también. Al menos no volvería a dormirme.—Por Merlín, hoy el día ha sido horrible. Y claro, qué mejor forma de terminarlo que haciendo los deberes de una forma casi... ¡Enfermiza!—Solté, sin medir mis palabras ni parándome a pensar qué era lo que decía.—Bueno, queridísima Rose, ¿Qué me cuentas tú?—Pregunté al final, pensando que quizá toda aquella palabrería la agobiaría y volvería a quedarme sola.

A parte de Hugo, Rose era una de las personas en las que más confiaba de todo el colegio. Inteligente, fiable y además una muy buena amiga. Estaba contenta de haber podido acceder a aquel círculo de amistades en el que frecuentaba tanto el apellido Weasley. Eran todos muy agradables, y en ningún momento me había sentido incómoda. Al principio, cuando pisé Hogwarts por primera vez, no llegué ni a soñar con que las cosas fueran tan sencillas.
La biblioteca estaba llena, no cabía casi nadie más y se notaba que el curso ya había empezado de verdad. Los primeros días habían sido más o menos relajados, ahora comenzaban los deberes, los trabajos, los pergaminos y lo peor, pronto llegarían los primeros exámenes. Para mi no solo era horrible el hecho de tener que pasarme horas y horas encerrada entre aquellas cuatro paredes de piedra, también me resultaba odiosa la frustración que sentía con mis notas. Cuando pensaba que me esforzaba y podía llegar a tener una buena calificación, todo iba mal y terminaba por desilusionarme y desmotivarme. Y en Hogwarts nadie se encargaba de tu motivación y tu ilusión, estas tenías que conseguirlas por tu propia cuenta.
Miré a Rose una última vez, buscando su respuesta y esperando que su día no hubiera sido tan desesperante como el mío.

Me gustaba estar con Rose, de algún modo u otro me transmitía un sentimiento de calma y tranquilidad que no era fácil de alcanzar cuando se trataba de mi, siempre tan nerviosa y alterada. A parte de eso, estaba segura de que con ella conseguiría trabajar y quizá incluso dejar lista la mitad de los deberes. La miré cuando dijo aquello sobre los elfos doméstico y el trato que recibían por parte de Derek, sabía bien a qué se refería y la verdad es que nunca le había expuesto mi opinión acerca de ello. En casa tenemos una elfa doméstica bastante agradable, y la verdad es que no la tratamos mal y tampoco abusamos de ella.—Bueno, respecto a eso, opino igual que tú. No creo que sea justo maltratar a un elfo... ¿O es que ellos han sido desagradables con los alumnos alguna vez?—Formulé aquella pregunta retórica con convicción y mirando fijamente a mi amiga a los ojos. Luego levanté las cejas, claramente escéptica e incrédula a que aún hubiera gente que tenía esa clase de trato con los pobres elfos. Volví a mirar a los pergaminos con cierta desesperación; ¿Se podía saber qué les había dado a todos los profesores con los deberes?

—¡No estés así!—Dije al ver como Rose se ponía cada vez más triste. No me gustaba que estuviera así y, aunque me encantaba la pareja que hacían Rose y Scorpius, no me agradaba tanto que mi amiga estuviera mal por algo así.—Ve a buscarle, supongo.—Me encogí de hombros y sonreí algo irónica.—Bueno, yo no sé muchos de estas cosas... Ya me conoces, soy torpe para todo, incluso en lo que a los sentimientos se refiere.—Me acaricié el puente de la nariz suavemente con la mano derecha.—Aunque si yo quisiera ver a una persona iría a buscarla, ¡Incluso me tragaría el orgullo!—Exclamé abriendo mucho los ojos, sabiendo que quizá en el momento de la verdad no lo haría. Era excesivamente orgullosa, y lo detestaba.—Y seguro que Scorpius también quiere verte.—Dije esta vez con un tono algo más divertido y mirándola de un modo provocativo.—Aunque no me hagas mucho caso, soy muy torpe, ya te lo he dicho...—Suspiré, recordando mi poco éxito con los chicos y en general con eso que se llama amor.

La pequeña Rose soltó un leve pero bastante profundo suspiro y colocó ambas manos encima de la mesa para después apoyar su cabeza, durante unos segundos, en ellas. Se mantuvo así durante unos instantes, lo cual lograba calmar la pequeña fiera que llevaba dentro. Al cabo de unos minutos y de meditar en frío todas las cosas que le venían encima subió la cabeza y esbozó a su amiga una leve pero intensa sonrisa.

A la castaña le alegró escuchar aquellas palabras que provenían de la boca de la Gryffindor, sabía que en ciertas ocasiones podía llegar a ser bastante molesta con el tema de aquellas indefensas criaturas pero no podía evitar no defender una causa justa siempre que podía y en ese caso no se iba a quedar de brazos cruzados. -No es nada justo el trato que reciben aquellas pequeñas criaturas aunque quizás pueda hacer algo contra ello.-Los ojos de la joven Weasley brillaban con cierta intensidad al oír aquellas palabras, quizás podría seguir el mismo camino de su madre y volver a poner la P.E.D.D.O en marcha. Parpadeo levemente y leyó atentamente las tareas que tenía previstos para el día de hoy. -Yulia, será mejor que nos pongamos con pergaminos de Historia para poder seguir después con el de Transformaciones, ¿te parece?-Una pequeña sonrisa ladeada apareció de nuevo en sus labios. Sabía perfectamente que aquella tarde haría trabajar a Yulia, ¿y quien mejor que ella para aquella tarea?

Unos minutos después el tema de conversación que mantenían las dos castañas había dado ,de nuevo, un rumbo inesperado. Cada palabra que salía por la boca de Yulia la hacía pensar en su relación con Scorpius, la había costado muchísimo que su madre lo aceptara al igual que su padre y sabía perfectamente que este seguía sin hacerlo pero aún así, ¿porque no luchar por lo que deseas? -¿Sabes?Llevas toda la razón no puedo quedarme así,quizás una pequeña escapada a lo jardines después de terminar esto no vendría nada mal.-El humor de Rose dio un giro de repente, ahora se encontraba mucho más dispersa y sobretodo mucho más animada, incluso tenía más ganas que antes de terminar sus tareas, bueno, a decir verdad de eso siempre tenía ganas.

Rose enseguida propuso que nos pusiéramos a trabajar en serio. Nunca me he considerado alguien tonto, pero sí que soy muy perezosa, al menos en el ámbito de los estudios, claro. Y más cuando se trata de Historia de la Magia. ¿Habéis estado alguna vez desesperados cada vez que el profesor abre la boca y se dispone a empezar la clase? ¿Habéis mojado el pergamino de babas por culpa de estar durmiendo plácida y tranquilamente? Pues para mi, las clases de Historia de la Magia eran eso. Mis apuntes no había por donde cogerlos, había manchas de tinta y, porque no decirlo, de mi saliva, por todas partes. Sin embargo, y gracias a mi productiva y eficaz recolecta de apuntes de otros alumnos, conseguía aprobar la asignatura. Evidentemente no con la mejor nota, pero al menos aprobaba.—En realidad sabes que no me parece...—Bromeé mirando a Rose y entrecerrando los ojos levemente.—La Historia me está matando ¿Sabes? Odio los deberes.—Gimoteé en voz baja, cual niña pequeña a la que sus padres no le han querido comprar un dulce.

Cuando le dije todo aquello acerca de Scorpius, mi amiga pareció alegrarse y yo también me alegré por ella. No quería verla triste por culpa de un chico. Luego pensé en cómo sería si yo tuviera novio, o alguna especie de rollo serio... Bueno, pensándolo mejor quizá no me pegaba, quizá estaba mejor sola y sin nadie. No pude evitar que Hugo pasara por mi cabeza en aquel momento. Él era el prototipo de chico con el que tendría una relación más o menos seria. O con el que podía llegar a sentar cabeza. Era extraño pensar en mi mejor amigo como un posible novio, así que descarté esa opción de inmediato. ¿Cómo lo habría hecho Rose para encontrar a alguien como Scorpius? A un chico que estuviera hecho a su medida, que no la tomara por un bicho raro cada vez que era ella misma y que estaba ahí cuando ella lo necesitaba... Me sentí patética. Sí, patética. Y estúpida, por no poder querer a nadie de verdad y no poder disfrutar de eso que se llama amor. Pero a la vez, me consideré alguien afortunado, a lo mejor una pareja solo le puede dar dolores de cabeza a una persona como yo.—Oye Rose... ¿Tú crees que yo algún día tendré novio?—Solté aquella pregunta sin ninguna especie de preámbulos y sin haberla meditado antes. Pero qué más daría, había confianza ¿No? Sonreí en mi fuero interno a la vez que esperaba una respuesta convincente de la castaña.—Y si lo tuviera... ¿Quién crees que pegaría mejor conmigo?—Quizá solo era una especie de pregunta subliminal, para apartar de mi cabeza aquel pensamiento que había tenido segundos antes con mi mejor amigo.

La castaña había conseguido poner en orden la mayoría de sus prioridades y eso era algo que hacía que una pequeña sonrisa se mostrara en sus labios en aquellos instantes. Guardó su libro de Historia de la Magia, deberes que como solía ser le habían parecido de un nivel bastante sencillo para alguien como ella, sacó un pergamino y su libro de Pociones y empezó a observar las distintas tareas que debería llevar a cabo aquella tarde. Los minutos trascurrían y los deberes de Rose empezaban a tomar forma echó un vistazo a su amiga y esbozó una tímida y cómplice sonrisa. -Nunca te parece bien.-Cierto tono de molestia se mostró en la voz de la Weasley, la cual odiaba que los alumnos se mostraran tan descontentos con las tareas que mandaban ciertos profesores. ¿Como querían aprender entonces? La castaña soltó un ligero suspiro y desvió de nuevo su mirada hacía su amiga la cual no hacía más que refunfuñar sobre sus deberes. -La Historia no es tan difícil Yulia, simplemente pienso que se basa en entenderla, podría ayudarte con ella si deseas.-La gryffindor conocía y sabía perfectamente tanto los puntos débiles de Rose como los buenos y podía intuir que aquellas palabras eran sinceras y que la castaña solo quería ayudar en ningún momento subestimar la inteligencia de su amiga.

Y de nuevo volvió a centrar toda su atención en sus fascinantes tareas notando como el rubio acapara en esos momentos miles de pensamientos que circulaban por su mente. Rose sabía que él adoraba pasar el tiempo con ella y que era algo más que una simple chica con la que pasar el rato, Scorpius la veía como alguien especial a pesar de que ella era una "comelibros". Una pequeña sonrisa apareció por la comisura de sus labios durante unos segundos y agachó la mirada hacía sus tareas de Pociones. "La amortentia no crea amor real" La yema de sus dedos se deslizaba sobre aquellas páginas y esa frase había conseguido llamar toda su atención, su madre la había contado algo sobre esa poción y que para cada persona tiene un olor diferente, nunca había llegado a oler ninguna por lo que no sabía que olores serían los característicos de ella. Su dedo índice volvía a pasar sobre la página cuando aquella pregunta de la chica la desconcertó por completo. -¿Porque preguntas eso?-La castaña no era la mejor para hablar sobre temas del corazón ni mucho menos, parpadeo varias veces y mojo sus labios en saliva antes de contestar. -Pues claro que si, seguro que hay muchos alumnos que van detrás de ti. -Una leve y sincera sonrisa apareció en los labios de la joven Weasley. -Quizás una buena opción sería mi hermano.-¿Porque no? No había sido la primera vez que este tema había salido a la luz, la castaña no solía hablar demasiado acerca de esto pero ambos podían ser la pareja perfecta.

Traté de concentrarme más en los deberes y asentí sonriente a Rose ante su ofrecimiento para ayudarme con la Historia. Siempre era mejor si te echaban una mano, y además decidí tomarme la asignatura de la mejor forma posible, pensando en los TIMOs y demás expectativas de futuro. Quería trabajar en algún periódico, como papá, o dedicar mi vida a escribir. No me importaba si no era sobre Quidditch, lo único que me importaba era conseguirlo y lamentablemente cada vez lo tenía más difícil.
Sentí un fuerte tirón en el estómago y se me pasaron de golpe todas las ganas que había tenido de cenar. "Malditos exámenes..." pensé frunciendo los labios en un gesto serio. Intenté que mi amiga no notara mi malestar, no quería que perdiera todas las esperanzas que tenía conmigo.

Me reí levemente al oírla pronunciar las palabras "mi hermano", como si supiera lo que estaba pensando.—Pero Hugo es demasiado bueno para alguien como yo.—Dije sin querer pensar en cómo sería tener a Hugo como pareja. Si ya le volvía loca siendo su mejor amiga prefería no imaginar cómo acabaría si llegaba a ser su novio.—Además, para mi Hugo es como un hermano es como un hermano, igual que tú.—Sonreí de nuevo, esbozando una curva simpática en mis labios. Mi madre siempre me había dicho que yo era una persona muy complicada, que rozaba lo imposible. Yo, sin embargo, solo consideraba que a veces me contradecía un poco, y que ese era todo mi problema. Aún así, Hugo continuaba mereciéndose algo mejor, más estable y menos explosivo. Alguien con la cabeza bien amueblada, centrada y sobre todo más emocionalmente equilibrada que yo.—Mira, por ejemplo tú. Para Scorpius eres muy buena, creo que le das esa especie de... No sé, de equilibrio, de serenidad.—Recordé cómo observaba siempre a mi amiga y sonreí.—Es que siempre te mira con una adoración y no sé, parece estar encantado contigo. Creo que mi novio no podría mirarme así, nunca sabría qué estoy pensando y sería incapaz de verme como alguien equilibrado.—Bromeé con aquello último y volví a bajar mi cabeza a los apuntes de Historia, que cada vez se me hacían más ligeros debido a la compañía de Rose.

Después de aquel pequeño pensamiento que la castaña había dejado fluir en voz alta acerca de su amiga y de su hermano no pudo evitar soltar una risa, por pequeña que fuera, por lo bajo mientras observaba la reacción de la Gryffindor. Rose inquiría que aquel comentario no iba a preocuparle en lo más mínimo, quizás lo único que lograría sería sacar los colores a Yulia y aquello hacía que la chica se viera más hermosa de lo que ya era, o al menos eso era lo que pensaba la castaña con su hermano. Soltó un pequeño y ligero suspiro y continuó con sus deberes, sacó de su mochila su libro de Transformaciones, comenzó a leer y a memorizar los apuntes recogidos en la clase.

Parpadeo levemente y notó como su mirada vagaba levemente entre las demás mesas que se encontraban ocupadas en la Biblioteca, observó en el más completo de los silencios quien se encontraba en ellas y devolvió su mirada a su libro mientras empezaba a notar como la chica había logrado articular palabra, la dedicó una mirada mientras sus labios mostraban la más perfecta de sus sonrisas. -¿Y porque no? No haríais mala pareja.-Rose se quedó callada durante unos instantes y podía notar como los pensamientos circulaban por su mente, quizás Yulia llevaba razón.-Bueno, quizás puede que tengas razón, aunque tampoco te creas que es tan bueno como parece.-Una pequeña sonrisa ladeada se mostraba en el rostro de la pequeña. -Sin duda alguna ha salido a su padre, es tan bromista, ¡y tan comilón!-Sonoras carcajadas resonaban en aquel momento, apartó su vista de la chica y volvió a centrarse de nuevo en sus pensamientos, los cuales no dejaban de acaparar su mente durante esos instantes. Pero en seguida algo la hizo volver en sí, oír cumplidos siempre está bien y aquel que había oído Rose había logrado sacarla de nuevo una dulce y tierna sonrisa. - ¿Yo? -La cortó profundamente alzando el tono de voz sin darse cuenta, alzo las cejas algo preocupada por su anterior reacción. - Bueno, aunque, a decir verdad Scorp y yo somos un tanto diferentes ¿no crees? Tengo que estar detrás de él para que termine sus tareas, no sé como no se cansa de mí con ese tema. -Las palabras de la castaña fueron las más sinceras que podía decir en aquel momento, colocó su melena enmarañada a un lado y observó a su amiga.