En portugués se dice: ninguém merece {Desafio # Ian E. Lemacks}

Me desperté con pocas ganas levantarme y hacer cosas, mejor que decir pocas, ninguna. Tenía unas ganas increíbles de coger un cigarrillo y fumármelo, tanto, que iba a saltarme el desayuno. Podría alimentarme de regaliz hasta la hora de la comida, o seria mejor ir a la cocina, a ver si los elfos domésticos me podían hacer un bocadillo o algo. Bostecé, cansado, pero me obligué a arreglarme, a ponerme bien colocada la corbata, pero no me peiné el pelo, me pasé varias veces la mano por él, intentando dominarlo, pero no me quedó del todo bien "Da igual, necesito un cigarro ¡YA!" Anoche me había costado sin fumarme ninguno con las prisas y el mono ya me estaba empezando a agobiar, bueno, de empezaba nada.

Me hubiera puesto a fumar en el mismo pasillo, pero sabía que alguien podría chivarse a los profesores: un prefecto, uno de primer año...Cualquiera lo suficientemente estúpido. Me pasé la lengua por los labios, incómodo, nervioso. Inspiré fuertemente, intentando tranquilizarme, que el tabaco no lo era todo... "¿A quién quiero engañar? Necesito un puto cigarro" Saqué del bolsillo de mi túnica un trozo de varita de regaliz y me lo metí en la boca, sosteniéndolo con los labios, mordisqueando la punta, sabía que mi mono era psicológico, así que, si pensaba mientras salía que era un cigarro de verdad, quizás.

Me comí el trozo de regaliz, molesto conmigo mismo por haber pensado aquella estupidez. Noté que el estómago me rugió, avisando de que tenía hambre. Joder, y ahora, ¿quién se queda sin desayunar? Tengo que elegir lo más importante, ¿tabaco o comida? ¿Mono o hambre? Difícil, muy difícil...Noté que alguien chocaba contra mí, y me giré para ver quién era, molesto, fastidiado y con un humor de perros. Miré a la chica y escuché lo que me decía. Me sorprendí un poco, pero una sonrisa sarcástica adornó en poco mi cara.

-¡Por supuesto!-exclamé, ensanchando la sonrisa, luego hice una exagerada reverencia, mirándola a los ojos, con aquella sonrisa llena de sarcasmo-. ¿Necesita algo más, madame?-le pregunté, poniéndome derecho, con el cuerpo muy recto, y poniendo la mano en la espalda, la típica posición de un mayordomo, aunque seguía mirándola con aquella sonrisa burlesca.

Alcé una ceja aún mirándola con desgano. Tenía mejores cosas que hacer para centrarse en una chica tan...pequeña. No de edad, pues incluso pensándolo, parecía un poco más mayor que yo, sino de estatura, podría sacarle una cabeza y más perfectamente. Mi sonrisa sarcástica se ensanchó al oír lo que hablaba, pero si pensaba que le dejaría ir, estaba equivocada.

-Ya, todos vamos tarde, tú, yo y todos estos renacuajos insignificantes... Si no los dejo pasar a ellos, ¿por qué debería dejarte a ti?-le pregunté, sonriendo.

Me llevé las manos a los bolsillos, tocando el paquete de tabaco que había en ellos... Intenté controlarme para no sacar uno allí en medio, cualquiera podría ir con el cuento a un profesor, y no tenía ninguna ganas de que le quitaran un paquete casi lleno. Noté que se hacía paso y escuché lo que me decía, sonreí, pero esta vez sin sarcasmo, sino una sonrisa encantadora.

[color]-Gracias madame... ¿Para qué casa he de pedir trabajo?-le pregunté haciendo de nuevo una reverencia, pero no tan exagerada que la anterior.