¿Hablamos de chicas? {Myles&Katja}

- Padre me ha enviado una lechuza - Anuncié repentinamente mientras caminaba por aquel angosto pasillo con las manos escondidas dentro de los bolsillos de mi pantalón, por mera costumbre. Me encontraba con mi hermano, rumbo a la Torre de Ravenclaw, tras haber estado la última media hora viendo el entrenamiento de Quidditch del equipo de Slytherin por insistencia mía. Me gustaba tener vistos a los demás equipos antes de que tuviéramos un partido con los mismos, solo por saber como se las traían. Ya había acabado y quedaba aún unas cuatro horas para que fuera la cena, no sabíamos que hacer y sencillamnte nos dedicábamos a hablar mientras volvíamos a nuestra Sala Común a dejar pasar el tiempo - Me ha prometido.. con una chica de este colegio - Le conté, frunciendo el ceño ligeramente. La chica, por su nombre, sabía quien era. Aquella con la que me había picado y jugado en la fiesta de ''verdad o reto'', mas aún no había tenido la ocasión de topármela de nuevo tras la noticia. Quizás porque había tenido suerte o porque era aún muy nueva. No estaba seguro de cómo tenía que tomarme aquella noticia, pues me había pillado completamente desprevenido a pesar de que mi mente hacía mucho tiempo que tenía asimilado ese futuro. ¿Cambiaría algo el saber que dentro de uno o dos años iba a estar casado? Realmente me sentía extraño, pues lo último que quería era dejar mi actitud actual para con las chicas. No quería ninguna relación seria, menos sentirme obligado a respetar a una chica que ni siquiera conocía - Al menos está buena.. - Murmuré encogiéndome de hombros, como si fuera un consuelo. Se lo contaba a Myles porque era mi hermano, que sabía todo de mí, y en parte porque esperaba que comprendiera lo raro que me sentía.

- Un segundo - Dije mientras, al divisar la puerta del baño de los chicos, me desvié de nuestro camino para entrar en ella. No era muy amante de los baños públicos, pero qué cojones, en Hogwarts todos eran así. Incluso los de las habitaciones, aunque eso era evidente. Me acerqué a uno de los retretes para orinar, pues me había estado aguantando durante todo el entrenamiento, que no había sido precisamente corto. Alcé la cabeza para mirar a mi hermano, que había entrado conmigo - Que tal con.. esa chica, que no recuerdo el nombre - Pregunté de repente al recordar que de hacía tiempo mi hermano siempre estaba con la misma chica. Su novia, su pretendienta o su amiga con esperanzas de ser algo más. Nunca me había quedado del todo claro. El caso es que hacía días que no la veía. Ya que yo le contaba mis desvarío con las chicas, estaba bien que él hiciera lo mismo - ¿Aún sin pisar la cama? - Me permití bromear, conociendo a mi hermano como el que más. Un santo.

Había estado más de media hora observando el entrenamiento del equipo de Quidditch de Slytherin. ¡Qué delicia para mis ojos! No podía estar más entretenido viendo cómo unos chicos y chicas peleaban por conseguir la Snitch Dorada, nótese la ironía. A mí hermano, por el contrario, parecía encantarle. No paró ni un instante de hablar. Que si nosotros tenemos mejores golpeadores, que el partido lo ganamos seguro, que los de Slytherin son muy chulos… Y yo lo único que hacía era asentir con la cabeza como si estuviera escuchando y entendiendo todo lo que decía. Afortunadamente para mí, el entrenamiento llegó a su fin y ahora nos encontrábamos de camino hacia la Torre de nuestra casa. -No entiendo por qué permites que padre maneje tu vida a su antojo… -le contesté con gesto serio mientras negaba con la cabeza. Dorian es el ojito derecho de mi padre y hace lo que él diga sin rechistar, cosa que me molesta bastante. Menos mal que no se le ha ocurrido buscarme una prometida porque entonces tendríamos un gran problema en la familia, ya que yo no estaría dispuesto a aceptar algo como eso. Pero, al escuchar el segundo comentario de mi hermano, todo me pareció normal. Él perdía la cabeza por las chicas, ya sean rubias, morenas o pelirrojas. Todo le vale. Y al fin y al cabo con una esposa tendría a su entera disposición a una mujer. ¿Sentimientos, amor? Que va… eso para él no existía o al menos era lo que daba a demostrar. -Si eso te sirve de algo…-comenté encogiéndome de hombros sin nada más que decir.

Continuaba mi rumbo tranquilamente pensando en mis cosas, cuando la voz de mi hermano me despertó de mi mundo. Me di la vuelta y entré tras de él al baño de los chicos. Apoyé mi espalda contra la pared, colocando mis manos dentro de los bolsillos del pantalón. Esperaba a que mi hermano terminara de echar el meo, pero me sorprendió su repentina e inesperada pregunta. -Lo hemos dejado... -respondí con la cabeza gacha, sin levantar la vista del suelo. Hacía ya unos dos meses que no sabía nada de ella. Y lo prefería así. Estaba dolido, molesto, confuso. No sabía muy bien por qué habíamos llegado a esa situación. Me imaginaba un futuro feliz con Wendy y de repente todo se esfumó. Esa era la realidad y tenía que aceptarla. Al escuchar su comentario me entraron unas ganas terribles de pegarle, así me acerqué y le proporcioné una colleja, para luego darle un leve empujón. -No tiene gracia-murmuré sin ánimos.

Rodé los ojos cuando mi hermano dejó en evidencia que no entendía el porqué dejaba interferir a mi padre en mi vida. Yo, en cambio, lo que no entendía era como mi hermano distaba tanto del pensar de la familia. Negué con la cabeza, dejando en evidencia que no estaba de acuerdo con él y que la situación no se resumía a ''dejar que me controlen''. Era algo mucho más allá que eso pero, sabía que si repicaba, aquello se iba a convertir en una discusión de ideales y formas de pensar de la que no tenía ganas de ser partícipe - Desviado tuviste que salir.. Bromeé, negando una vez más con cierta gracia en el gesto. Yo había asimilado hace tiempo que mi hermano era diferente a mí en muchísimas cosas, aunque no lo terminara de comprender en muchos aspectos. Pero sinceramente, me daba igual. Me encogí de hombros. Por supuesto que eso me valía, siempre y cuando no me supusiera un problema llegado el momento de hacer oficial ante ella que era mi prometida. Terminé de mear, justo antes de escuchar de mi hermano el hecho de que había terminado con su especie de novia. Lo miré, sin saber que decir ante su mirada gacha. Eso, sin duda, era lo mejor de no tener una relación seria con nadie con esperanzas de un futuro lleno de flores y fondos rosas. Ninguna te decepcionaba, salvo en la cama, ni ninguna tenía la capacidad de joderte. O al menos no en referente a sentimientos.

Encogí los al recibir la colleja por mero instinto, alejándome de mi hermano en dos zancadas mientras me reía con ganas - Venga vengaaa.. - Le dije divertido, esperando que se relajara y que viera que simplemente estaba bromeando. Si es que encima se cabreaba, que tío - El mundo no se acaba - Le recordé, volviendo a acercarme al retrete para tirar de la cisterna - Es más, míralo por el lado bueno. Ya no tienes que aguantarla - Reí antes de alejarme varios pasos, alzando las manos a modo de que no me hiciera nada, que era inocente - Broma broma. Lo que quiero decir que hay más peces en el mar - Añadí, ahora más en serio. Si, lo sabía. Myles estaba en contra de mi forma de mantener una relación, de que hoy estuviera con uno y a los dos días me viera con otra. En cambio, yo lo veía perfecto. Abrí el grifo del lavabo para lavarme las manos, arrugando la nariz por lo fría que salía el agua. Cierto, en Durmstrang este frío no era nada comparable. Pero tras dos años en ese país me había acostumbrado a esas temperaturas más templadas y soportables - Muuuuuuy buenos peces - Maticé con cierto rintintín mientras alzaba una ceja, recordando un par de monumentos que había por Hogwarts. Alcé la vista para mirarlo - ¿O me lo negaras? - Le pregunté.

El comentario de mi hermano me hizo pensar que tenía razón. Evidentemente no con esa denotación, pero si en el sentido que era diferente al resto de mis familiares. Me sentía fuera de lugar. Muchas veces me había atrevido a pensar si en realidad pertenecía a esta familia. A leguas se notaba que Dorian y mi padre eran como dos gotas de aguas. Idénticos, tal para cual. Extrovertidos, con carácter, orgullosos. Amos constituían una buena representación de los Durmstrang y del linaje Kirgyakos. Por eso no era de extrañar que se llevaran tan bien y que a mí me tuvieran como el “desviado”, como bien había dicho mi hermano. Y aún con todas estas diferencias nos comportábamos como verdaderos hermanos. Siempre estábamos dispuestos a escucharnos el uno al otro, aunque esto no ocurriera tan a menudo como debería de ser.

Al darle la colleja a mi hermanito me quedé más a gusto que un arbusto. Que si… ya sé que Dorian es así de payaso por naturaleza. Pero cuando hay sentimientos y personas de por medio no tiene gracia que se hagan bromas. Y menos si estas involucrado en ello. Estaba con el hombro apoyado en la pared y con los brazos cruzados, observando los movimientos de mi hermano.-¡Que fácil lo ves…!-dije negando con la cabeza y soltando un leve resoplido. Era eso o que yo me complicaba demasiado en lo que a cuestiones amorosas se trataba.-Para ti todas las chicas están buenas porque sólo te interesa pasar un rato divertido con ellas-maticé mientras alzaba una ceja y hacia un gesto con la cabeza, dando a entender que estaba en lo cierto. -Yo busco algo más que un simple revolcón- sentencié con gesto serio en el rostro. Preguntarle a Dorian el nombre de la chica con la que estaba era una pérdida de tiempo, pues un día estaba con una y al siguiente con otra. Respetaba lo que hacía, mas no lo compartía. –Sí. Quiero decir…no. Vamos que… cuando estaba con Wendy no miraba a otras chicas-confesé algo avergonzado porque sabía que eso sería motivo de burla. Me quedé pensativo con la cabeza gacha y mirando al suelo.-Para que voy a mentir…hay chicas muy guapas por aquí-dije al fin encogiéndome de hombros. Al final iba a resultar que Dorian tenía razón.

Mi hermano tenía una capacidad innata cuando de mí se trataba, de eso no cabía duda: era la persona que hacía que más veces rodara los ojos. Sobre todo cuando tenía quejas de las cosas que yo hacía. Y lo volví a hacer tras sus palabras de que yo solo quería pasar un rato divertido con las chicas, como si eso fuera un pecado o algo que tenía que tacharse de malo - No lo veo fácil.. es fácil.. - Maticé - Además, hay muchas excepciones.. te lo digo yo - Añadí, alzando ambas cejas para dejar claro que excepciones habían por doquier. No todas me parecían unas tías buenas, al contrario, pero supuse que era más que normal que Myles pensara de esa manera. Terminé de lavarme las manos y cerré el grifo, escuchándolo, para después secármelas con el papel cutre que te ponían en esos baños - Ya claro, no quieres un revolcón.. - Repetí sus palabras, ahora en un tono menos divertido y de coña, sino ya tomándome el tema con un poco más de seriedad. Arrugué el papel en una bola y lo tiré a la papelera, volviéndome hacia mi hermano.

- Quieres una tía que te enamore, que le digas lo mucho que te quiere y que ella te lo repita, que hagáis planes de futuro porque tengáis el estúpido pensar de que duraréis toda la vida juntos.. - Empecé a enumerar mientras me acercaba a él, pasando el brazo por su hombro - ..y que después te dé por culo como esta - Sabía que sonaba mal. También sabía que lo que hacía mi hermano no era incorrecto, que no había nada de estúpido en querer una relación estable. Pero cojones, estábamos en el colegio. Las probabilidades de que la chica que elijas, fuera tu mujer, tu media naranja o lo que fuera, eran muy pocas - Que te deje como un gilipollas con cara de pasmado que parece que se va a poner a llorar en cada esquina.. y podría seguir enumerando un sin fin de cosas más, pero creo que ya has pillado a donde quiero ir a parar - Y vaya que sí que lo sabía, porque si estaba haciendo algo en esos momentos era enumerar lo que le pasaba a mi hermano de cara a los demás. Normalmente no me involucraba ni me metía en su vida sentimental y, si lo había hecho, estaba claro que era porque tenía razones de peso y lo había visto más mal que bien.

- En fin.. - Murmuré dándole una palmada y dirigiéndome la pared de enfrente para apoyar mi espalda. Me crucé de brazos, mirándolo, y fue entonces cuando volví a esbozar una ligera sonrisa - Hablemos de lo muyyy bueno que están los peces - Bromeé, quizás por romper esa tensión que parecía que por un momento había causado - Ahora que no estás con.. esa tal Wendy.. y no tienes los ojos atados... ¿No has visto a ninguna que te guste?

Me cagaba en la maldita influencia que tenía mi hermano sobre mí. Una vez más me encontraba junto a él teniendo una conversación de la cual no estaba muy seguro que saliera nada en claro. Quizás lo que más me molestaba era que, en cierto sentido, tenía razón en lo que me estaba diciendo. Fácil. Si, tiene que ser verdad. Es fácil. Seguro que soy yo el complicado, el que le busca cinco patas al gato, el que se come la cabeza analizando si lo que hago es correcto o está bien de cara a los demás. ¿Por qué no me parecía más a Dorian en algunas cosas? Me dolía, me dolía mucho el corazón al decir esto, pero sabía que en el fondo una parte de mí persona quería dejar de ser tan sensible para convertirse en insensible.-Pero…-fue lo único que alcancé a decir, pues al ver que mi hermano continuaba hablando preferí parar para escucharle. Y menos mal que así lo hice.

Tenía la cabeza gacha y la mirada fija en el suelo. Sus palabras calaron rápidamente en mí. Él tenía razón, no me gustaba reiterarme, pero era la verdad. En los dos últimos meses, exactamente a partir del mismo día que Wendy y yo rompimos nuestra relación, no había hecho otra cosa que arrastrarme por allá donde iba. Maldiciendo mi suerte, añorando a la que hasta hace poco fue mi novia, lloriqueando en cada esquina, triste, apagado. En definitiva, ese Myles no era el verdadero. Y mientras yo me convertía en un pardillo con el corazón roto, ¿ella que hacía? Probablemente ya tendría más de un pretendiente y quién sabe si algún amante por ahí.

Suspiré profundamente y miré con gesto serio a Dorian. -Odio que seas tú el que me diga esto, y lo sabes, pero… tienes toda la razón del mundo-dije separando mi espalda de la pared para acercarme a mi hermano. -No puedo seguir así por una chica…no por una que me ha dejado como si no le importara un poco siquiera-continué hablando. Estaba enfadado conmigo mismo y a la vez estaba lleno de rencor hacia mi ex novia. Quizás sonaba algo estúpido, pero era como si me hubieran quitado la venda de los ojos.-Pues…-musité pensativo, haciendo memoria de alguna chica guapa que hubiera visto (algo difícil) por el colegio.-…no se me viene ninguna a la mente…-contesté encogiéndome de hombros algo descontento. Seguro que mi hermanito tenía a más de cinco en mente, pero yo era otra historia. Aunque esperaba que hasta dentro de poco.

Mi sonrisa se ensanchó en el mismo instante en el que mi hermano pronunció que yo tenía razón. No era para menos. Charlas y charlas habíamos tenido y nunca, nunca, habíamos llegado a ponernos de acuerdo el uno sobre la teoría del otro, él siempre defendiendo que no todo se reducía a un revolcón y yo insistiendo a que no había nada peor que tener novia fija. Aquel día tenía que colocarse en el almanaque, si o si. Sabía que mi hermano me daba la razón por sentirse derrotado, porque no veía más motivos para confiar en lo que siempre me decía, mas quise pasar ese dato por alto por una razón que lo valía todo: si me detenía en eso, en reconfortarlo hurgando más en la herida, no iba a hacer nada. Era consuelo de idiotas. La verdadera forma de hacer que se olvidara de todo es haciendo que pasara página - Yo, en cambio, si conozc... - Mas no llegué a terminar por completo mi frase, interrumpido por la incursión de alguien más en el baño. Lejos de todo pronóstico, no era un chico. Pero aún más lejos de él, no era una chica traviesa o alguien que se estuviera escondiendo. Era una Hufflpuffs que había entrado llorando e, increíblemente, se había quitado la camisa nada más entrar. Era una especie de estriptis retorcido y con mucho mal sabor. Dicho de otra manera, me había quedado anonadado perdido. Miré a mi hermano, esperando ver en él la misma sorpresa que yo. Vamos, que aquello no era normal ¿no? todo lo contrario. Pecaba de ser una situación surrealisma.

Mas no tardé en sacarle partido, sonriendo dismuladamente - Que.. morbosa casualidad ¿no crees? - Le pregunté a mi hermano en un cuidado susurro, mirando a la chica hasta que esta se dio cuenta de que no estaba tan sola como al parecer había creído estar. Odiaba ver una chica llorar, tenía que reconocerlo. Era una de mis pocas debilidades para con ellas. Fuera de la cama, evidentemente - Ey.. - Murmuré, llamando su atención mientras me encaminaba hacia donde estaba ella, ahora de pie, y llevando mis manos a la camisa para desabotonármela con rapidez. La rubia estaba sonrojada hasta más no poder, llorosa, y a leguas se veía que aquella situación era lo último que quería tener. Que era lo último que necesitaba. Así que, dada la ocasión ya avergonzante, no íbamos a hacérselo pasar peor. Estaba seguro que Myles estaba totalmente de acuerdo en aquello, quizás era en una de las pocas cosas en las que coincidíamos - No te preocupes - Le dije restando importancia al hecho de que se equivocara de baño - Total, no es por alardear, pero el nuestro es mejor - Me permití el bromear, aunque sin demasiada gracia, mientras me desanudaba la corbata para poder quitarme la camisa. No tardé en ponérsela por encima, cubriendo su espalda y dejando que ella se cubriera todo lo demás, sustituyendo su, al parecer, dañada camisa.

- ¿Estás bien? - Le pregunté, posando la mano en la espalda de la chica - ¿Cuál es tu nombre? - Volví a cuestionar, mirándola. Mas aproveché la gacha mirada de la chica para mirar a mi hermano, y fue entonces cuando le hice un movimiento de cejas que resultaba pretencioso a más no poder.

Estaba pensativo, con la cabeza gacha y la mirada fija en un punto cualquiera del suelo. Seguía dándole vueltas a todo el asunto hablado anteriormente con mi hermano. En esos momentos mi cabeza estaba a punto de estallar. Ideas por aquí, ideas por allá… se podría decir que mi mente se parecía mucho a una batidora (?). Me sentía confuso y perdido. No sabía cómo debía de actuar a partir de ahora, a partir del momento en el que había decidido cambiar un poco mi personalidad. Para empezar, quizás debería dejar de pensar tanto y de darle tanta importancia a cosas aparentemente insignificantes. ¿Cómo me debía de comportar? ¿Cómo debía de dejar de ser tan moñas como lo era? Probablemente, a estas preguntas tuviera una respuesta Dorian, aunque no sé si todavía estaba preparado para hacer frente a ellas, pues lo más seguro es que no me gustarían para nada. Estaba escuchando atentamente a mi hermano, cuando de repente noté que dejó la frase a mitad, se había parado así sin más. Subí la cabeza y dirigí la vista hacia él, dándome cuenta que su mirada no estaba fija en mí, sino en otra dirección. Concretamente, a escasos metros de donde nos encontrábamos. Al mirar en la misma dirección pude ver a una chica arrinconada en el suelo, estaba llorando y no tenía camiseta alguna encima. Al escuchar lo que dijo alcé una ceja, no muy seguro de si era bueno o malo. ¿Morbosa casualidad? Qué diablos se le habrá pasado por la cabeza para decir tal cosa. Pobre chica. ¿Qué le habría sucedido para que acabara metida en esas condiciones en el baño de los chicos? Increíblemente, mi hermano se portó de lo más amable y cortés con ella. Eso o quería impresionarle al quitarse la camiseta, cosa que no dudaba. Observé cómo le prestaba su camisa y se interesaba en saber el estado de la chica, pero cuál fue mi sorpresa cuando en un momento mi hermano me estaba dedicando un movimiento de cejas muy sugerente mientras miraba a la chica. -Bueh…-bufé encogiéndome de hombros levemente. Supongo que ese sería el primer paso que debía de dar para empezar a cambiar. Avancé con paso firme y decidido hacia donde ellos se encontraban, pero me paré en seco nada más escuchar una vocecita pronunciando su nombre. Mierda. A esa chica la conocía yo. Era Katja, tal y como ella había confirmado. -¡Uy!…te falta un pendiente-dije así, sin más. -Allí veo algo que brilla…-terminé de decir, a la vez que señalaba un sitio que estaba a espaldas de ella.-Será mejor que nos agachemos…-sugerí colocando mi mano en la espalda de la chica y empujándole hacia abajo. Entonces miré a Dorian y recé para que supiera leer los labios. -Es amiga mía, la conozco- gesticulé con la boca. Esperaba que mi hermano se hubiera enterado de lo que dije, de lo contrario seguro que se lanzaba a decir cosas que no correspondían y ambos quedaríamos en vergüenza. -Vaya, que tonto estoy…si tienes el pendiente puesto…- disimulé como pude poniendo la sonrisa más amplia que tenía en el rostro. En estos momentos Katja estaría pensando que soy un idiota monumental que se había dado un buen golpe en la cabeza. Pero me daba igual, todavía podía salvar la situación. -¿Qué…qué te ha pasado?- pregunté con interés a mi amiga mientras me situaba junto a Dorian, intentando disimular.