Sin mucho trabajo ·Son·

Que manera de roncar. Mi compañero de cuarto, justo el que estaba acostado en la cama junto a la mía -pues al otro lado estaba la pared- roncaba bastante, y era el principal culpable de que en ocasiones anduviese muerto de sueño por no poder dormir a causa de sus soplidos. No soy de los que se enojan cuando te despiertan ni de los que andan enojados cuando hay falta de sueño, por suerte.. sino estaría malhumorado todo el tiempo, agradezco que esa forma de ser mía me sirva de algo, aunque a veces me haga sentir mal por ser ignorado por las personas, ser invisible o algo rechazado. Y yo mismo me recordaba eso una y otra vez, el fantasma de haber sido abandonado al nacer en un parque por mis padres muggles me perseguiría por siempre, por no tener el coraje de decir 'supéralo'. Bueno, la cosa es que salí al Invernadero tras escaparme de mi Sala Común, necesitaba ver algunas plantas para la tarea de herbología, y entre mi torpeza una de ellas me mordió. Era algo así como una planta carnívora que me atacó agarrándome por el antebrazo, y no sabía si era venenosa ni nada, me gustaba herbología pero no era mi fuerte, por mucho que me empeñaba en aprender todo lo necesario de esta materia no podía. Y la herida sangraba.

Llevando los pergaminos donde pensaba escribir bajo el brazo, caminé hasta la enfermería teniendo mi mano derecha puesta sobre la herida del brazo izquierdo, ardía y no tenía idea si algo malo podría pasarme así que no había mejor cosa que preguntarle a la enfermera, a quien ví sentada apenas entré al lugar mencionado y caminé hasta ella con cierta timidez, pero a paso levemente rápido. —Ahmm, disculpe señorita Zaitsey, ¿está ocupada?— Pregunté con el debido respeto mirando si había algún otro paciente, pero nada. De todos modos quise saber si ella no tenía algo mejor que hacer, no quería interrumpirla por mucho que yo necesitara de su atención. Para mí es más importante el resto que mi persona, cosa que muchos me criticaban a veces, por no tener amor propio y si había era escaso.

Me quedé mirando a la enfermera, me gustaba su cabellera rojiza además de que tiene un bonito color de ojos, quien no se haya fijado en ellos alguna vez es porque está ciego. Suelo fijarme en el físico de las personas, pero no para burlarme o buscar lo feo, sino que es simplemente para encontrar lo bello. Sonará extraño, pero así es. Lo que me gusta de mí es que soy delgado, y quizás sea una de las pocas cosas que me agradan de mí, ya saben.. mi autoestima no es la mejor. Tras haber hablado a la mujer, ésta se sobresaltó. Siempre me ocurría aquello, como paso desapercibido muchas veces, si no hablo no me ven y cuando lo hago todos se asustan porque no me ven llegar. A veces eso me resulta gracioso cuando son amigos los que se asustan, gente cercana incluso mi madre. Avancé hasta la enfermera evitando ver su rostro algo sonrojado. —Disculpe, no fue mi intención asustarla.— Me disculpé presionando con un poco de fuerza la herida cubierta por mi mano, acababa de decirme que no estaba ocupada, y su siguiente pregunta hizo que sonriera algo apenado, con timidez. Me sentía ridículo al tener esa herida y tener que decirle cómo fue que me la hice, de manera que tardé un poco en contestarle.

—Sí, verá. Me mordió una planta en el invernadero..— Comencé diciendo retirando mi mano con la sangre para indicarle dónde era. —Podría haberme curado solo, pues como quiero ser medimago necesito practicar y sé algo, pero no estoy muy informado sobre las plantas y ni idea si era venenosa..— Agregué hablando con voz baja, pero lo suficientemente fuerte como para que ella escuchase. Miré la herida unos segundos y luego a la señorita Zaitsey, esperaba que pudiese ayudarme y a la vez aprender de ella. En verdad me sentía tonto y sentía la necesidad de disculparme por ello, siempre pedía perdón por todo, por hablar bajo, por asustar a la gente, por decir algo indebido, etc.. y me desesperaba ser así, pero no podía evitarlo.

Me llevé la mano libre a la cara para rascarme la nariz, y al hacer eso pude sentir el olor a la sangre haciendo que pusiera expresión de desagrado, pero no de manera exagerada. Ví la sonrisa de la enfermera y se la devolví escuchando que me decía que ojalá no hubiese una próxima vez, y sólo me limité a mirarle y asentir educadamente. Estando con adultos me era más cómodo a veces, en la manera en que mi madre me educó se me es más fácil hablarle a la gente de manera respetuosa, incluso con los demás alumnos, los cuales a veces me miran raro por tratarlos de 'tú' cuando son mayores, pero no hay problema con los profesores, enfermera en este caso y otros miembros del colegio. Tras haberle apuntado la planta que me hizo venir a la enfermería la ví sonreír, y por ese gesto supe enseguida que estaba bien, me había 'salvado'.

—Oh, me alegra escuchar eso..— Solté una risita inocentona, mirando el libro, la herida y a ella. Se alejó de mí yendo a uno de los muebles de la enfermería y en ese transcurso en que buscaba las cosas y volvía me acerqué el brazo herido a la cara para ver de cerca la herida con curiosidad, cosa que no había hecho antes pues vine rápidamente acá por si era venenosa la planta. Al volver me advirtió que me dolería y como no me quejo mucho -a veces-, estiré mi brazo para que ella pudiese frotar la herida con la planta y cuando lo hizo casi pego un grito pero me lo tragué y la miré afligido. Me vendó la herida al terminar y me dijo unas palabras a las que respondí asintiendo con la cabeza, aún tenía el grito de dolor atrapado y tuve que suspirar para botarlo, por muy raro que suene esto. —Q-quizás no me crea, pero no hice nada..— Respondí con una leve sonrisa. —Estuve sacando algunas plantas, quizás pasé a llevarla sin querer y me atacó.. soy malo en herbología, no sé mucho de ellas..— Mencioné riéndome de mi desgracia. Si quería llegar a ser medimago debía saber de ellas, sino se me complicaría bastante la vida pero por suerte, tengo tres años para aprender, y compartiendo con la enfermera podía saber algunas cosas.

Quizás hasta cuando tendría que tener la venda, por lo general cuando me hago heridas tardan un poco más de lo normal en sanar y no sé por qué, aunque no me molestaba tenerlas pero era incómodo cuando al bañarme tenía que estar haciendo todo con cuidado para no rozarla, y tener que quitarme la venda y todas esas cosas era molesto. Cuando tenía unos 7 años recuerdo haberme subido a un árbol de la plaza de enfrente de mi casa, porque unos chicos del vecindario querían pegarme ya ni recuerdo por qué, pero me escondía de ellos. Cuando ví que se fueron e intenté bajarme rompi una de las ramas que pisé y caí al suelo. Como resultado tuvieron que colocarme un yeso en el pie izquierdo y aunque se supone que la magia ayuda más, mi madre me llevó a un hospital muggle. Mi madre y sus preferencias por los no magos, no me molesta pero siempre hace todo sin utilizar magia, la varita ya casi está de adorno en casa. Después de viajar al pasado escuché a la enfermera.

—Supongo que es sólo mala suerte, siempre me pasan cosas malas..— Comenté riéndome un poco en lo que ella me explicaba que algunas plantas atacaban sin que tú le hayas hecho nada. Así creo fue mi caso, no me llevo bien con las plantas.. hasta estas cosas no me quieren. Qué triste suena. También dijo que tuviera cuidado, que la herida pudo haber sido peor. Asentí para que supiera que la estaba escuchando y entendí sus palabras. —Lo tendré presente. Los accidentes parecen tener cierto afecto por mí, aunque suene raro.. pero estoy acostumbrado a estas cosas.. ¿a usted la mordió alguna vez una planta carnívora?— Pregunté siendo algo entrometido por querer saber eso, pero sería interesante compartir experiencias, la enfermera era en verdad agradable y buena persona, según puedo apreciar.