Los leones y las serpientes no conviven {Afrodite}

Aquel día se despertó más temprano de lo que normalmente. No era muy usual verla a esas horas, fuera de su cama; pero ella no había podido dormir muy bien en toda la noche. Había tenido un mal sueño que no recordaba, ni quería hacerlo. Solo sabía que era malo. Punto. ¿De qué trataba? No le importaba. Solo quería volver a dormir plácidamente, pero el hecho de pensar que podía volver a sufrir de la misma pesadilla, se le quitaban las ganas.

Se vistió con parsimonia, con un jean gris, unas botas bajas de color marrón, y un sweater del mismo color. Hacía un poco de frío aquella mañana, para ir por ahí con una camiseta. Cepilló su larga cabellera, y y con cuidado de no despertar a su amiga Charlotte, salió de su habitación. Era bien sabido, lo energúmena que podía llegar a ser la muchacha, cuando se le despertaba simplemente por un ruido. Tenía el sueño bastante liviano. Al final, salió de su Sala Común, no sin antes saludar a algunos gilipollas que se habían despertado mucho antes que ella. Sonrió fingidamente, y se deshizo de ellos velozmente. Aquel día no habrían clases, por suerte. Sino, la pobre muchacha tendría varios castigos qué cumplir, por no prestar atención y dormirse en clases.

Caminó por los pasillos del castillo, con ganas de volver a su cama; pero cambió de parece, en cuanto miró al cielo. Hacía buen tiempo afuera, y parecía que podría practicar Quidditch, y despejar sus pensamientos. Iba a bajar nuevamente a su Sala Común, y buscar su escoba; pero se encontró de frente con una muchacha de Gryffindor bastante odiosa y sagaz: Bathilda Darshwood. Afrodite la miró de arriba a abajo, arrugando la nariz. No podía creer que la chica tuviera aquellos gustos de rock metalero, para vestir.

- ¿Hababas de mi, Darshwood? -Preguntó la castaña, fingiendo sonreír. Su día soleado, se estaba nublando lentamente; y dudaba que fuese el sol, el que se había ocultado.

Afrodite detestaba lo inmaduros y gilipollas que podían llegar a ser los Gryffindor. Siempre tenía ese aire de prepotencia que les hacía ser alumnos de la casa de los "valientes". Además de sus continuas quejas por nuestros deseos de sacar a los sangre impura del mundo Mágico; cuando ellos también tenían deseos... pero de sacarnos a nosotros de él. Ilusos.

La chica rodó los ojos realmente aburrida. ¿Todos los "leones" eran iguales? Ya ese truco se lo sabía de memoria. Qué predecible podían llegar a ser todos. Hacerse el sordo. El que no escuchaban a los Slytherin, para "divertir" a quienes tuvieran cerca. Merlín. Debían cambiar su estilo, porque realmente aquello aburría, después de escucharlo varias veces seguidas.

- Realmente, eres predecible, Darshwood... Muy predecible -Negó la muchacha, con la cabeza; con todo de maestra, que explica a un niño de diez años, cuanto es dos más dos-. Tanto, que aburres -Volvió a sonreír fingidamente; alzando una ceja.