Serpientes hambrientas (?) [Narcissa Malfoy]

Hambre. Hambre. Tenía hambre. Mucha hambre. Si bien hacía un par de horas había comido la cena en el Gran Comedor, chocarse con algunos chicos de su casa, había hecho pasar un mal rato a Afrodite, hasta el punto de que la comida pasara rápido por su estómago y digiriera rápidamente. Y como Afrodite Schiz no podía quedarse con hambre; caminó hasta las cocinas del castillo para ver qué le daban de comer los elfos domésticos.

- ¡Señorita! -Saltó una elfina rápidamente, a penas la chica pisó el suelo de las cocinas. Todos los elfos, se acercaron a ella apresurados- ¿Qué desea la linda jovencita? -Preguntó la misma, con voz chillona y cantarina.

- Oh, bueno... -Sonrió pedantemente, ante el comentario de su belleza. Ya ella lo sabía, pero nunca venía mal que alguien -o en este caso, alguna criatura- más, se lo dijese- Vine a ver si podían darme algo de comer... Por favor -No la dejaron terminar, cuando ya tenía tres bandejas llenas de comida, frente a sí misma-. Gracias.

Si bien los elfos podían ser a veces, un tanto odiosos con ella, a causa de que Afrodite también era un tanto odiosa con esas criaturas; los elfos de las cocinas de Hogwarts eran de los más amables. Así que aceptó lo que le daban y se sentó en unos cojines que los mismo elfos, habían puesto en el suelo, frente a una mesita; a comer. En serio, tenía hambre.

La verdad es que comer, para Afrodite, no era un problema. Comía y comía, y podía seguir comiendo sin cansarse o engordar. Los elfos le habían dado unos buenos platos de pollo asado, algun cereal y zumo de naranja; y ella contenta se lo había comido todo. Sin dejar rastros en ningún plato. Esperó que algun elfo le diese algún postre, pero en eso, la puerta de las cocinas se volvieron a abrir.

Por ella, entró una chica que Afrodite conocía de vista. Era de su misma casa, y sabía bastante bien de quién se trataba. Narcissa Malfoy. La hermana de Scorpius, sí. La conocía de vista, la verdad. Nunca había hablado con ella, pues nunca le había prestado mucha atención; pero sabía que era importante. Su linaje era bastante puro y noble, y todo eso que le habían inculcado en su hogar. Verdaderamente, casi no le importaba, pero lo aparentaba bastante bien.

Siguió comiendo un pastel que algún elfo le buscó; mientras escuchaba el chillido que había pegado la elfina que le había atendido a ella, anteriormente. La chica recién llegada, se acercó a ella y la saludó como si de amigas se tratasen. Como siempre alguien la saludaba, la verdad. Afrodite detestaba que hicieran aquello. Es decir. ¿Quién le había dado semejante confianza con ella? Nadie. Pero la Slytherin a su lado, no parecía querer algún beneficio, por saludarla así, como los demás que lo hacían.

- Hola, Narcissa... La comida, realmente -Comentó divertida, y se limpió la comisura de los labios, con cuidado y elegancia-. Supongo que a tí también ¿O me equivoco? -Estaba siendo amable, pero es que se sentía feliz. Ya había comido, y era todo lo que necesitaba.

El pastel que había tomado Afrodite, estaba realmente delicioso. Era de chocolate, y evidentemente ella lo estaba comiendo con alegría. Amaba el chocolate. Cuando terminó de comérselo, decidió que ya su estómago estaba satisfecho. No era necesario comer más nada, o no podría caminar hasta la Sala Común, de lo pesada que se sentiría. Sonrió al escuchar a la joven a su lado, y asintió.

- Vale, Cissy -Sonrió de lado, y se recostó en la pared, tranquilamente-. Los elfos parecen conocerte ¿Pasas mucho tiempo aquí? -Preguntó la linda Slytherin, curiosa.

Afrodite tenía sus etapas: El mal genio era lo principal cuando tenía hambre. Nunca se podía ver a la chica sin que te soltara una tanda de insultos y maldiciones, solo porque su estómago crugía como monstruo. Al momento de comer, su rostro no podía delatar más felicidad. Sonreía feliz, porque amaba comer ¿Me explico? Y cuando por fin estaba satisfecha, todo le daba curiosidad. Era bastante preguntona.

Así que Narcissa tendría que soportar las preguntas molestas de Afrodite. Era el precio que tendría que pagar por ser una Slytherin que posiblemente, le caería bien a la muchacha.

La verdad es que poco había hablado con la muchacha que ahora, tenía frente a ella. Y le parecía extraño. Afrodite solía juntarse más que todo, con compañeros de su mismo curso, pero de vez en cuando, en cuanto estaba de mal humor, se iba sola a pasear por el castillo, en donde encontraba a cualquier persona con la que se ponía a hablar o discutir. Especialmente, esta última, en verdad. Afrodite entornó los ojos en cuanto la chica empezó a hablar bastante rápido.

- Eh, calma que te ahogarás -Comentó divertida, pasándole una copa con agua. Ni ella podía hablar tanto, y tan velozmente, mientras comía. Ni siquiera podía hacer dos cosas al mismo tiempo. Ni masticar chicle y caminar; porque se caía. Bueno. No. Tampoco. Pero lo cierto es que hablar tan prolongadamente, y con una velocidad de 1000 por segundo, se le complicaba bastante-. Y lo cierto es que ya lo noté. Ni Scorpius, ni Bella hablan tanto -Afrodite le guiñó un ojo, dándole a entender a la pequeña de los Malfoy, que bromeada.

La misma elfina se volvió a acercar a Narcissa, y le entregó otro plato de pie de limón; y Afrodite pudo darse cuenta que la muchacha también era algo glotona. Como ella. Sonrió de lado, sabiendo que -de seguir así-, podrían llevarse bastante bien. Ya le estaba haciendo falta alguna compañía, que no fuesen los gorilas con los que se juntaba.

¿Cuántas veces, Afrodite podía ser imprudente en el día? Quizás solo una vez al día, pues siempre decía lo que pensaba a quien se le cruzara en su camino; pero le costaba un poco más a quien no conocía totalmente. De cualquier forma, algunas veces se le salía la vena poco sensata que podía caracterizarla solo cuando estaba nerviosa. Y esa, era una de esas veces. No es que se sintiese nerviosa estando con la muchacha. Para nada. Narcissa era agradable. Bastante, de hecho, para el gusto de Afrodite; que podía pensar que cualquier persona era poco interesante, cuando estaba de malas. No. Pero jamás había imaginado que hablar de su familia, era tan… ¿Delicado? Para ella. La castaña decidió que era tiempo de cambiar de tema, y no hablar de asuntos familiares. Punto.

Ver el pie de Narcissa, le volvió a dar hambre. Vale que Afrodite podía comer bastante. Y eso era inevitable. La comida, para ella, era lo único que podía hacer que perdiera todo eso de ‘la dieta’ y ‘estética’, que tanto le reclamaba su madre. La misma elfina, que parecía querer agradarle a las dos Slytherin, la miró con sus ojitos del tamaño de pelotas de tenis; y Afrodite no pudo evitar morderse el labio y mirar el plato de la chica frente a ella. A la final, pidió que le trajesen un suculento trozo de pie, porque realmente se veía buenísimo.

- Y, Cissy, cuéntame algo de ti -Afrodite se encogió de hombros, indudablemente esquiva. No sabía de qué hablar con la muchacha. A pesar que le había caído bien, y eso que parecía sacada de una cajita feliz que daban en algún lugar de comida rápida Muggle, se acababan de conocer, y a Afrodite le costaba muchísimo socializar, cuando no se trataba de algún ligue de ella- ¿Te gusta el Quidditch? –Venga. Típica pregunta, sí. Pero indudablemente, podría tener campo de conversación.