Day of jokes {Privado; Clementine}

Clementine McGregor acababa de despertar. La noche anterior se había acostado tarde, por la fiesta que se había formado en la Sala de Menesteres, y aquella mañana no había tenido ninguna intención de levantarse a tempranas horas del día. Prefería quedarse en su cama, y descansar lo que no podía en los días de clases; pues estar en el último año, era realmente agotador. Deberes, deberes, profesores, deberes y castigos. Sí. Bastante exhaustivo, debía admitir. Claro que ella no se preocupaba mucho por estudiar. Unas repasadas rápidas a cada hoja de algún libro o pergamino, y con eso era más que suficiente para que sacara alguna buena nota. Prestaba la entera atención a sus clases, para no tener que estar estudiando en las horas libres.

Se metió con velocidad entre sus vaqueros desgastados y una camiseta de su banda favorita: The Beatles, de color negro, que debió haber visto tiempos mejores; para salir tranquilamente a su Sala Común, a ver a quién encontraba como compañía hasta Hogsmeade. Aquel día era sábado, por lo que estaba sin ningún problema de no comer, pues en el pueblo encontraría Honeydukes, en donde se compraría su munición semanal de dulces. En ella no se encontraba prácticamente nadie. Solo algunos niños de tercero o cuarto curso, que poco había tenido el agrado de conocer. Supuso que todos estarían en el pueblo ya, o los más fanáticos, habían decidido quedarse en el castillo, pero evidentemente, no en la Sala Común, tan cálida a esas horas.

Con pesar; Clementine salió íngrima y sola hacia Hogsmeade; sin remedio. Con lo perezosa que era para caminar, y el hecho de que estaba sola por su mera culpa -pues nadie le habia ordenado a quedarse durmiendo hasta tarde-; el camino hacia Hogsmeade fue mucho más largo de lo habitual. Los niños estaban jugando afuera, y ella ya le habían entrado ganas de quedarse a hacer lo mismo; pero ahora que lo veía, el pueblo estaba cerca. Unos metros y llegaría. Apresuró el paso, con ganas renovadas, y se dispuso a entrar en Honeydukes, que era una de las tiendas más cercanas a donde se encontraba. Tine desistió de aquella idea, en cuando vislumbró que la tienda de dulces estaba atestada de personas anciosas. Su único recurso ahora, era Zonkos, y esperaba que ésta, estuviese más vacía.

Al entrar y sonar la campana que anunciaba su llegada, se pudo dar cuenta que estaba como quería. Tan solo unas seis personas se encontraban comprando en el lugar; por lo que la sonrisa de Tine se ensanchó y caminó hasta el mostrador, a ver qué había de nuevo en la tienda. Paseó su mirada hacia las personas que estaban allí, y notó la mirada de una Hufflepuff a la que tal vez había visto unas cuantas veces en los pasillos. Bufó levemente indignada al darse cuenta del vil plagio que tenía Zonko, vendiendo unas pastillas para saltarse las clases. Pero pronto se dio cuenta de que Sortilegios Weasley se los había vendido a aquella tienda de bromas.