¡¡¿¿Prome......Qué??!! [Kelyan]

Miré mi reloj un par de veces, no quería llegar demasiado temprano, aunque tampoco quería llegar tarde, pero eso era algo muy difícil en mí, siempre apuraba la hora al máximo y por lo tanto siempre hacía esperar a la persona con la que había quedado, aunque esta vez ni si quiera sabía de quien se trataba.
Mi tío me había enviado una carta a Hogwarts hacía unos días, explicándome que hoy tenía una cita en el salón de té de Madame Pudipié con una chica y el padre de esta con la cual me habían comprometido. Al principio no entendí nada, es por eso por lo que le exigí a mi tío que viniera a hacerme una visita para aclarar todo, a pesar de que mi tío y yo no tuviéramos una buena relación. Al principio me puso un montón de pegas y excusas para no acudir al encuentro, pero nada más amenazarle con el simple hecho de no asistir al salón de Madame Pudipié accedió de inmediato y al día siguiente le tenía en el castillo. Le pedí explicaciones de por qué me había comprometido sin ni si quiera consultármelo antes y como de costumbre comenzó a hablarme de mis padres y a decirme que era lo que hubieran querido ellos. Me dieron ganas de soltarle un tremendo puñetazo, pero no tenía ganas de montar un escándalo y mucho menos que mi hermana se enterase y se viera influenciada en algo así. Finalmente le dije a mi tío que asistiría a la cita, pero que no estaba nada de acuerdo con aquella decisión.
Miré una vez más mi reloj antes de salir del castillo y suspiré viendo que ya se acercaba el momento. Me encaminé hacia Hogsmeade y cuando llegué me quedé mirando la puerta del salón. Suspiré y antes de entrar me fumé un cigarro para relajarme un poco, pues no tenía ni idea de lo que me esperaba allí adentro. Tiré mi cigarro al suelo cuando se hubo consumido, lo pisé con la punta del pie y entré finalmente en el salón. Antes de sentarme en cualquier lado, pregunté y les di mi nombre, ellos me indicaron que ya me estaban esperando y la mesa en la que se encontraba esa persona. Asentí con la cabeza y caminé hacia donde me habían dicho. Cuando llegué, vi allí a una chica que me sonaba a ver visto en el castillo, de mí misma casa si no recordaba mal, pero claro, yo no era del que se acordaba de las cosas. -Hola.- Saludé llegando hasta donde ella estaba. -Supongo que tú eres... mi... prometida, ¿no?.- Pregunté dubitativo, pues eso de prometida aún sonaba demasiado mal para mí

Seguía allí de pie mirando a la chica, notaba su nerviosismo, cualquiera podría notarlo sinceramente. Yo también lo estaba, eso era algo que no podía negar, pero sabía muy bien disimularlo, de hecho sabía disimular bien todos mis sentimientos. Con el paso del tiempo había aprendido a ser una persona fría y calculadora, la cual intentaba no dejar florecer ningún sentimiento en él, al menos que la gente pudiera percibir, pues es imposible que una persona no tenga sentimientos, hasta el más cruel de los seres los tiene, pero de ahí a mostrarlos hay un paso abismal.
Escuché la primera respuesta de la chica y asentí con la cabeza levemente. Al parecer a mí no era el único al cual le había pillado por sorpresa todo esto, lo cierto es que no sabía si a ella le gustaba la idea o no, pero yo la detestaba. Era evidente que la chica era realmente guapa y tenía unos ojos preciosos, porque sí, me había dado tiempo en fijarme en cada centímetro de su cuerpo, pues a ambos nos costaba demasiado reaccionar y ya llevábamos un buen rato allí sin decir nada o al menos era lo que me había parecido a mí, pero a pesar de eso no la conocía de nada y para mí, una boda era algo muy precipitado, además sólo teníamos 17 años, sabía que ella también los tenía porque habíamos coincidido en las clases.
Escuché como se presentaba y asentí con la cabeza una vez más al escuchar que podía llamarle Dani, lo cierto es que yo solo utilizaba apodos cuando tenía la suficiente confianza con la persona, así que para mí por el momento sería Danielle. -Yo me llamo Kelyan, encantado.- Me presenté en tono serio, siendo políticamente correcto, pues así me habían enseñado a ser mis padres.
Se podía notar la tensión en el ambiente, ninguno de los dos sabía bien qué decir, hasta que la chica rompió el hielo con una propuesta, ante la cual yo asentí con la cabeza, pues no había nada mejor que hacer. Ya que había ido hasta allí habría que aprovechar el día. Esperé a que se sentara ella y después me senté yo, pues si algo me habían enseñado mis padres en el poco tiempo que estuvieron conmigo era a ser un caballero. Miré a mi alrededor y después miré a la chica. -¿No debería de estar tu padre aquí?.- Pregunté mirándole al darme cuenta de que no había nadie con ella. ¿Quizás estaría en el baño? Lo cierto es que no entendía nada, así que era mejor preguntar

OFF: Perdón por la tardanza -.-

Le dediqué una leve sonrisa, casi imperceptible al escuchar las primeras palabras de la chica. Lo cierto es que no sabía muy bien cómo reaccionar, qué hacer o qué decir. Normalmente era bastante borde y frío con las personas que no conocía, no era para nada hablador y me costaba abrirme y sacar tema de conversación, pero se suponía que ella iba a ser mi esposa y que teníamos que conocernos antes de casarnos, o al menos intentarlo, pero a simple vista ya me parecía bastante diferente a mí y no sabía como iba a terminar todo esto.
Ella parecía una chica frágil y amable, todo lo contrario a mí. No quería tratarla mal, pero era mi manera de ser a veces. Mis contestaciones no eran las más adecuadas y más de una vez, como se solía decir, estaba mucho más guapo callado, pero esa vena me salía sola y muchas veces salía con quien menos lo merecía.
Escuché lo siguiente que me contaba sobre su padre y suspiré rascándome la cabeza al mismo tiempo que le miraba. -Todo hubiera sido más fácil si tu padre o mi tío estuvieran aquí.- Comenté sin saber muy bien por qué había dicho aquello, pues era algo obvio que si los adultos hubieran aparecido ellos ni si quiera habían tenido que hablar y simplemente escucharían lo que hablaran entre los adultos, aunque en realidad eso tampoco solucionaba nada, ya que tarde o temprano tendríamos que conocernos y hablar de algo, por muy difícil que fuera para mí relacionarme con gente que no conocía.
Después de esos breves comentarios ambos nos quedamos en silencio, sin saber qué decir ni hacer, sin ni si quiera mirarnos a la cara, ninguno de los dos sabíamos como actuar, algo que era completamente normal, pues no todos los días te encontrabas en una situación semejante. Tras unos minutos escuché el último comentario de la chica, un comentario que seguramente hubiera dicho para romper el hielo, por eso decidí contestar, ya que si hubiera sucedido en otra ocasión me hubiera bastado con ignorarlo. -Bueno, supongo que soy un chico bastante solitario y no frecuento los lugares abarrotados de gente.- Contesté dirigiendo mi mirada a ella, pues si algo me habían enseñado de pequeño era a ser educado y mirar a la gente cuando la hablas o te hablan era fundamental. -Aún así, creo haberte visto en alguna clase, puedes creerme, no pasas desapercibida.- Añadí sin dejar de mirarla

Sonreí levemente al notar el nerviosismo de la chica, totalmente comprensible, pues yo también lo estaría si no fuera porque últimamente no sentía nada. Desde la muerte de mis padres aflorar mis sentimientos o sensaciones era mucho más difícil para mí. A casi nadie le dejaba acercarse a mí y conocerme como realmente era yo, comportándome como alguien borde y despreciable sin la mayor intención, pero sin poder evitarlo. Poco a poco me había ido construyendo una coraza, tratando de impedir así que alguien pudiera hacerme daño. Desde la traición que les habían hecho a mis padres me había convertido en una persona muy desconfianza y extremadamente protectora con la gente que realmente llegaba a conocerme y a ser importante para mí, algo que seguramente Danielle terminaría siendo para mí. Al fin y al cabo iba a casarme con ella y aunque aún no la conociera de nada, no iba a permitir por nada del mundo que algo la pasara, ahora me sentía con el deber de protegerla a ella también de todos los peligros que pudieran aparecer en su camino.
Le dediqué una leve sonrisa ladeada al escuchar sus palabras y negué con la cabeza mirándole. -No hace falta que hables mucho para darse cuenta de que eres realmente hermosa.- Le dije encogiéndome de hombros levemente. Era cierto que no conocía mucho a la chica, pero no podía negar que era una chica preciosa y que a muchos les gustaría estar en mi lugar, aunque aquella situación era demasiado complicada. Ni si quiera sabía si ella estaba con alguien o no, en realidad no sabía nada de ella, pero seguramente tendría bastante tiempo para conocerla, o eso esperaba

Bastó una sonrisa ladeada por su parte, y aquel piropo, para que como siempre me pasaba, a mí, a Danielle Roossenvert, se le tornaran las mejillas un color intenso que delataba lo poco que hacia falta para ponerla del color de Gryffindor.
Bajé mi mirada algo avergonzada y negué levemente con la cabeza mientras tragaba saliva pensando como responder. A veces me quedaba callada sin más, bloqueada por la situación.
Intenté volver mis ojos a él y esbozar un pequeña sonrisa mientras colocaba uno de los mechones de mi pelo tras la oreja.
-Gracias pero....tampoco soy para tanto --musité aún notando como mis mejillas ardían-- No soy de las perseguidas por el castillo...y en parte me alegro, es algo que no soportaría...
No tenía ningún tipo de problema en relacionarme, tanto con mujeres como hombres...pero si eso si nos referiamos a simple amistad.
En temas amorosos yo era un desastre, y el hecho de pensar que un chico podía estar interesado en mí como algo más que un amigo, era algo que me ponía muy nerviosa y me abrumaba hasta tal punto que me hacía huir de él.
Sabía que esto era una primera toma de contacto con el chico, y que por eso quizá era alfo incómodo, pero con mi forma de ser, el tiempo tampoco iba a ayudar...

Le miré algo dubitativa y mordí mi labio levemente antes de preguntarle algo.
Llevé mi mano a mi pelo para toquetearlo instintivamente debido a los nervios.
-¿Oye....y a ti...esto de que nos casemos...que...que te parece?
Quería saber su opinión respecto al tema, pues eso iba a marcar mucho nuestra forma de llevarnos. No era lo mismo alguien que quisiera luchar contra viento y marea, que una persona que intentara asumirlo y aceptarlo con más normalidad.
Yo solía ser de la segunda opción, pero me estaba dando tanto miedo esto que empezaba a barajar la primera.

Sonreí de lado levemente al mismo tiempo que rodaba los ojos con diversión al ver como Danielle se sonrojaba, pero no era un sonrojo que apenas se percibía, si no todo lo contrario, era un sonrojo en el cual se podía distinguir perfectamente como sus dos mejillas ardían, dibujándolas de un rojo bastante intenso. Aquella situación despertaba en mí muchísima ternura, pues aquello nada más que estaba acostumbrado a verlo en mi hermana Kaianne, pues las chicas con las que yo solía estar no tenían nada que ver con Danielle. No les daba vergüenza que le dijera algún que otro piropo, si no que más bien les hacía subir su ego. No intentaban pasar desapercibida, si no que más bien iban llamando la atención por donde fuera y de la forma que fuera. No eran de las que esperaban que les dieras el mejor beso de su vida, si no que más bien te robaban un beso y lo que surgiera a continuación. Era por ello por lo que no sabía muy bien como comportarme con Dani, sabía que debía de ser delicado, aunque también estaba seguro de que me iba a costar horrores. Escuché lo siguiente que dijo y sonreí de lado al mismo tiempo que negué con la cabeza levemente mirándole. -Que no te des cuenta no quiere decir que no seas una de las chicas más perseguidas del colegio.- Le dije sin dejar de mirarla, lo cierto es que era difícil dejar de hacerlo, pues lo que le había dicho antes era completamente cierto, era realmente preciosa. -Además, a las chicas como tú hay que saber tratarlas, no se puede perseguirlas así como así.- Añadí en tono divertido, aún con mi mirada clavada en su rostro en su cuerpo.
Sonreí al ver como jugaba con su pelo y tras unos segundos de completo silencio escuché la pregunta de la chica. No podía negar que la pregunta me había pillado de imprevisto, pues aunque yo también me preguntaba lo mismo respecto a ella, no se me había pasado por la cabeza preguntárselo directamente. Me quedé pensando unos instantes y después suspiré. Pasé mi mano por detrás de mi cabeza y la miré. -Bueno, no puedo negar que me pilló por sorpresa y que no es la ilusión de mi vida casarme con alguien que no conozco...- Comencé a decirle sin apartar mi mirada de ella, pues de aquella forma sabría que lo que le estaba diciendo era completamente cierto. -Y aunque me va a costar asimilarlo un poco, no creo que con esto se acabe el mundo... ¿no?.- Finalicé algo dubitativo, pues no sabía que era lo que pensaba ella. -¿Tú que piensas al respecto?.- Pregunté sin dejar de mirarla

Fruncí el ceño extrañada por lo que decía; ¿Yo? ¿Perseguida? Creo que se equivocaba de chica, yo no solía llamar la atención, hoy en día estaba de moda las chicas frescas, descocadas y que se metían en la cama de cualquiera a la primera, y yo....yo no era nada de eso, era todo lo contrario. Pensaba mucho las cosas, siempre intentaba implicar el amor... Era una tonta romántica a fin de cuentas, de esas a las que llaman estrechas y mil cosas más.
Miré fugazmente las puntas de mi pelo y luego lo miré a él algo dubitativa pero medio sonriendo.
-¿Hay algo que tú sepas y que yo desconozca? --pregunté con curiosidad antes lo que dijo de que era una de las chicas más perseguidas sin darme cuenta. No es que me diera cuenta, es que a mí no me perseguía nadie, me hubiera dado un colapso seguro.
De ahí que estuviera de acuerdo en que a mí había que saber tratarme o si no podía salir corriendo despavorida.

Como en toda conversación en la que preguntabas algo, la moneda daba la vuelta y se volvía contra tí, ¿ Que qué me parecía? a él se le veía más tranquilo al respecto yo..., yo estaba asustada.
-No te voy a engañar, siempre he sido algo romántica y...pensaba que antes de casarme me enamoraría..., viviría cosas con esa persona y...bueno ya sabes, lo normal...--suspiré levemente-- No me esperaba esto la verdad... pero...supongo que habrá que asimilarlo..., podía ser peor--murmuré.
Sí, podía ser peor y que me hubiera tocado un chico de slytherin de esos intimidantes, toscos, groseros y que me trataran mal.
Tampoco podía juzgarlo a él de primeras, pero de momento no me daba una impresión mala, ni de que fuera malo, y esperaba que así fuera

Sonreí de lado al escuchar la primera pregunta de la castaña y me encogí de hombros levemente sin dejar de mirarle. No sabía si alguien andaba detrás de ella o no, pero lo más probable es que la respuesta fuera afirmativa, pues era casi imposible ignorar a una chica como ella. Ni si quiera para mí había pasado desapercibida. Era cierto que no sentía ningún amor por ella ni si quiera algún sentimiento hacía su persona, pero no podía negar que muchas veces me había quedado parado observándole en la sala común, no podía negar tampoco que había comentado con mis amigos lo buena que estaba. Ahora que me tenía que casar con ella todo me parecía un poco surrealista, nunca me hubiera imaginado casarme tan joven y menos con una chica así, tan diferente a mí. Como le había dicho a ella no estaba muerto de alegría, pero tampoco veía que fuera algo tan malo, claro, que ya se me iba a terminar la interminable lista de chicas que pasaban por mi cama. -No, ¿por qué iba a saber yo algo?.- Pregunté rascándome levemente la cabeza sin dejar de mirarle en ningún momento, la verdad es que tenía unos ojos preciosos, poco a poco Danielle iba llamando más y más mi atención, además, parecía una buena chica, todo lo contrario a mí, quizás ella podría darme lo que me faltaba y lo que otras habían sido incapaces de darme.
Esperé su contestación y sonreí levemente al escuchar la contestación de la chica. Tampoco parecía que le importase mucho aquella situación del matrimonio, pero se le veía mucho más preocupada que a mí, aunque también era cierto que yo sabía esconder mis emociones mucho más que ella. -Bueno, también tienes la oportunidad de enamorarte y vivir cosas antes de casarte.- Murmuré mirándole sin saber muy bien por qué acababa de pronunciar aquellas palabras, el caso es que lo había soltado y ya no había marcha atrás, yo no era de esos que se retractaba de sus palabras

Sonreí de lado al escuchar lo primero que Danielle dijo y me encogí de hombros levemente mirándole. La verdad es que no había escuchado ningún rumor sobre ella, algo raro en este colegio en el cual todos se encargaban de hablar de lo que no sabían, pero no hacía falta ser muy listo para darse cuenta de que era una chica realmente guapa y que seguramente muchos suspirasen por ella, aunque a estas edades era un tanto difícil reconocer esas cosas, ya fuera por vergüenza o por orgullo. Además los chicos y chicas de ahora preferían ir de flor en flor antes de comprometerse con alguien, había muy poca fidelidad en estos tiempos, aunque sinceremente yo no era al más indicado para hablar de ello. -La verdad es que no sé nada, pero si me entero de algo yo te lo cuento.- Le dije en tono divertido guiñándole un ojo, intentando romper la tensión que se había creado anteriormente con el tema del matrimonio, la verdad es que era algo difícil hablar de ello sin que se te pusieran los pelos de punta, pues con 17 años nadie tiene pensado casarse, pero había que reconocer que cualquiera querría casarse con Danielle y tenerla para él solo.
Sonreí levemente al escuchar las siguientes palabras de la muchacha y vi como al final bajaba levemente su cabeza. Eso me confirmaba que era una chica realmente tímida, nunca había estado con alguien así, pero la idea de que ella fuera la primera, se me hacía un tanto especial, pues quizás había llegado el momento de sentar la cabeza y andar con chicas que realmente si merecieran la pena. -Me refería a lo segundo, pero si quieres hacer lo primero tranquila, no te lo voy a impedir. Al fin y al cabo no soy nada tuyo.- Murmuré encogiéndome levemente de hombros, mirándole en todo momento, pues no había mejor cosa que mirar. Desde el primer momento en que la había visto se me había hecho casi imposible despegar mi mirada de ella... quizás eso era una señal? Ladeé mi cabeza a un lado y a otro intentando sacar aquellos pensamientos de mi cabeza y sonreí de lado al mismo tiempo que asentía con la cabeza al escuchar las últimas palabras de Danielle. -En eso tienes toda la razón, el corazón es libre de elegir de quien se enamora.- Murmuré nuevamente