Saltándome alguna clase (Mike)

(Sinceramente no sabía muy bien qué era lo que hacía allí, pues nunca me había gustado el Quidditch, siempre se me había dado mal volar y era una afición que no llamaba mucho mi atención. A veces no entendía como la gente se podía volver tan loca y esperaba con tantas ansias un partido de Quidditch, a mí me parecían siempre lo mismo, para mí era realmente absurdo, pero también tenía que reconocer que la mayoría de los chicos que practicaban ese deporte eran realmente guapos, quizás ese era el motivo por el cual me había acercado al campo, para ver si había alguien allí entrenando. Pronto deseché esa idea, pues era demasiado temprano para ello y seguramente todo el mundo estaría en clase. Ahí estaba mi verdadero motivo por el cual me encontraba allí, supuestamente yo también tenía que estar en clase, pero había decidido saltarme algunas, al menos la primera, Cuidado de Criaturas Mágicas, la clase que impartía mi hermano. Sabía que lo más normal era que esa fuera la única clase a la que no debía faltar, pero no quería terminar metida en el barro como había terminado la semana pasada, así que lo mejor era no tentar a la suerte y no ir.
El campo de Quidditch, por norma general tendría que estar vacío, pues me había asegurado de que no hubiera ninguna clase allí, así que ese era el verdadero motivo, nadie podría verme allí y podría estar tranquila, pensando en mis cosas al aire libre. Cuando llegué al campo, estaba tan segura de que no iba a ver nadie, que ni si quiera me aseguré de ello, simplemente entré y después de dar unos cuantos pasos me tumbé boca arriba en medio del césped, con mis piernas flexionadas y mis manos acariciando la hierva. Notaba el débil sol pegando en mi cara, noté como una brisa corría y me hacía estremecerme, haciendo que me abrazara a mí misma con mis propios brazos, maldiciéndome por haber salido tan fresca, aún así cerré los ojos y seguí tumbada allí pensando en mis cosas e intentando concentrarme en no tener frío)

- Ve, Annie, te alcanzo en un rato más – prometí con una de esas miradas que únicamente le dedicaba a mi melliza, una mezcla entre seguridad e inocencia que… Bueno, la verdad era que no me quedaba ni un poco, y Anne lo sabía. No había nadie que me conociera mejor que ella e incluso a veces pensaba que me conocía mejor de lo que yo lo hacía. No en vano éramos tan cercanos. Todos esos años juntos, confiando solamente el uno en el otro (y en Wyatt), habían sido los culpables de nuestra cercanía. Sabía que no creía que la alcanzaría, pero no dijo nada, se limitó a hacer uno de sus pucheros y a dirigirse hacia la clase que tocaba a esa hora. La asignatura no me desagradaba. Cuando se trataba de cuidado de criaturas mágicas pensaba en que era mejor cuidar animalejos que estar haciendo un hoyo en la tierra para las plantas en Herbología. Además no aspiraba a ocupar ni una de esas cosas al salir de Hogwarts. Todas aquellas personas a las que conocía no hacían más que decirme lo bueno que sería seguir los pasos de mi hermano en el Quidditch profesional, y no podía estar más de acuerdo. El deporte mágico me apasionaba. Era un momento para descargar todo lo malo que había ocurrido, un momento en el que liberarse.

Hacía ya un par de semanas había comprado unas bludgers. “¿Unas bludgers, Mike?” preguntó mi hermana horrorizada al verme con la caja forrada de piel en la que descansaban las peligrosas pelotas. Ya tenía mi bate de golpeador, lo único que me faltaban eran unas de esas, ¿o no? Antes de salir de la sala común de Slytherin, hechicé una de ellas, tomé mi escoba y salí con un único destino en mente: el campo de quidditch. Ni siquiera esperé a llegar allí para montarme en mi escoba, dar una patada en el césped y alzar el vuelo, bate y pelota en mano. Quité el hechizo de la bludger y la dejé libre, evadiéndola todo lo posible durante un buen rato. Se acercaban los partidos contra quién sabe qué casa y nunca había demasiado entrenamiento. En ese aspecto sí que era organizado y disciplinado. Todo lo que no era en las clases. Me incliné sobre mi escoba lo máximo posible, notando cómo la pelota café pasaba a apenas un centímetro de mi cabeza. ¡Scheiße! un poco más y habría terminado inconsciente allí mismo. Al escuchar el silbido al atravesar el aire de la bludger, sujeté con fuerza el bate y al estar a una buena distancia, la golpeé con fuerza, dirigiéndola de vuelta al estadio de quidditch. La seguí a la máxima velocidad a la que me permitía mi escoba y fue cuando la vi.

Una chica rubia en el césped, tomando el sol o quién sabe qué carajo haciendo. Era el siguiente objetivo de la bludger y ni siquiera un profesional podría alcanzarla. Cambié el bate a mi izquierda, mientras sacaba mi varita con la diestra y volaba con rapidez hacia donde estaba. Desde la distancia murmuré el hechizo que la haría detenerse, justo a tiempo. La pelota café cayó al suelo, a un palmo de distancia del cuerpo de la rubia… De la rubia a la que conocía demasiado bien. Casi al tocar el suelo descendí de la escoba, dejándola detenerse en el césped. - ¡Joder, Krafton! La bludger pudo haberte partido la cabeza, - no, no exageraba. O quizá un poco. Pocas veces la llamaba por su apellido, pero ahora se lo tenía más que merecido. Me acerqué a tomar la bludger, mirándola antes mirar a la rubia. – Y eso, créeme, hubiera sido una lástima -. Por no mencionar que yo hubiera sido el culpable.

(Seguía allí tumbada en mitad del césped, ajena a todo lo que pasaba a mi alrededor, aún abrazándome con mis propios brazos intentando resguardarme del frío, pues la brisa no paraba, es más, cada vez su fuerza iba en aumento y seguramente pronto dejaría de ser una simple frisa y acabaría en un viento molesto. A pesar de todo yo seguía allí sin moverme, la verdad es que no lo entendía, no entendía por que si tenía frío no iba de allí a un lugar más calentito, seguramente fuera por pura pereza o quizás porque a pesar de todo me encontraba realmente a gusto allí. No se oía ni un solo ruido, nadie molestando, aquello era la tranquilidad absoluta y me gustaba. En pocos lugares del castillo te encontrabas con aquel panorama, ya que siempre, fueras donde fueras, te encontrabas a alguien que molestaba e incordiaba sin parar.
Pensaba en mis cosas, en todo lo que había pasado con mi hermano, en como las cosas estaban cambiando poco a poco. Lo cierto es que no me gustaba pensar en ello, me hacía ponerme mal, le daba a todo muchas vueltas, pero por más que lo intentaba no podía sacarlo de mi mente, no podía apartar la imagen de mi hermano coqueteando con todas. Me revolví en el césped y giré mi cabeza intentando evadirme de todos aquellos pensamientos. Estaba tan metida en mi mundo que ni si quiera me di cuenta de que todo este tiempo que llevaba allí no había estado sola.
Noté como algo caía al lado mía con algo de fuerza, no demasiada, pero si la suficiente como para que me sobresaltara un poco. Abrí mis ojos rápidamente, encogiéndome un poco más y miré a mi alrededor. Alcé una ceja al ver allí a Michael con su escoba y me rasqué levemente la cabeza al escuchar sus palabras, al mismo tiempo que buscaba qué era aquello que pudo abrirme la cabeza) Si es que tienes que tener más cuidado Mike, casi me das (Le dije divertida como si la culpa fuera suya, cuando en realidad la culpa había sido toda mía, pues aquello era un campo de Quidditch, allí se iba a jugar al Quidditch, no a tumbarse en la hierba para relajarte, aún así me divertía muchísimo bromear con el Slytherin.
Sonreí de lado al escuchar el último comentario de Mike y asentí levemente con la cabeza mirándole) Hubiera sido una verdadera lástima, hubierais perdido a la chica más guapa e inteligente de todo Hogwarts (Comenté divertida sacando mi ego a relucir) Por no mencionar todos los chicos que se abalanzarían en contra tuya por lastimarme (Añadí en el mismo tono divertido de anteriormente, dibujando después una sonrisilla inocente en mis labios) Por cierto, ¿no deberías de estar en clase? (Le pregunté ahora en un tono serio y preocupado, totalmente fingido, claro está)

Una cosa era que no me disculpara y otra era que dijera que yo era el que debía de tener cuidado. Bufé con ironía y me dirigí hacia donde había caído la bludger, levantándola del césped, antes de volver a mirar a la rubia de Ravenclaw. –Esta vez te llevaré la contraria, Krafton, pero no fue mi culpa el que estuvieras a mitad del campo de Quidditch contando nubes, - inconscientemente, alcé mi vista hacia el cielo, lleno de las ya mencionadas que se alternaban para tapar los rayos del sol, en complicidad con el viento que soplaba desde hacía un momento, que no hacía más que intensificarse. Volví a mirar la bludger y la palpé con mi mano, asegurándome que no se hubiera estropeado. Podía valerme un comino romper cosas, hacer problemas… Siempre y cuando no se tratara de mis pertenencias. Era bastante receloso cuando se trataba de aquello a lo que consideraba mío.

Me limité a enarcar una ceja al escuchar la forma en que el ego de Iswamara escapaba como si de una olla de presión se tratara. Sabía que, tarde o temprano, haría algún comentario de ese tipo. Sabía que era una de las chicas más vanidosas y ególatras que estudiaban en el colegio. Sería imposible llevarle la contraria, por lo que opté por seguirle un poco el juego, sólo para variar. – Te lo reitero: Una verdadera lástima. ¿A quién iba a atacar con una bludger si tú ya no estás? – incliné un poco la barbilla, permitiéndome verle desde un ángulo ligeramente distinto al anterior, mirándola a los ojos. Después de ese comentario, llegó otro del mismo calibre, igualmente de pretencioso que el anterior. Sí, seguro que tenía a más de uno detrás de ella, en eso no podía contradecirla.

Junté mis manos y troné mis nudillos, en una incitación a pelea. – Eso es lo de menos, yo puedo contra cualquiera, - era mi turno de ser un presumido orgulloso. ¿Qué? No era para menos. Si fuera un debilucho ni siquiera sería golpeador. Además no iba a negar lo mucho que me gustaban las peleas, siempre eran una buena forma de mantener a raya a las personas que creían ser mejores, cuando no lo eran. Nadie era mejor que yo. Su voz me sacó de mis pensamientos, la miré enarcando una ceja ligeramente, antes de lanzar la bludger al aire sólo para atraparla un segundo después. – Si se trata de deber, debería de hacer muchas cosas que no hago, Mara. Digamos que preferí tomar una extracurricular, - comencé a jugar con la pelota entre mis manos, lanzándomela de un lado a otro, consciente de que si no estuviera hechizada ya me hubiera roto todos los huesos de las manos. - ¿Tú tomarás como extracurricular la contemplación del cielo? – una bien fingida sorpresa acompañó a las palabras expresadas, al mismo tiempo en que lanzaba la bludger hechizada hacia donde estaba mi escoba para juntar todo y me quedaba de pie junto a ella, esperando una respuesta de su parte.

(Sonreí de lado al escuchar las primeras palabras de Mike, pues sabía que su reacción iba a ser esa, si no esa, una muy parecida. Conocía bien a Mike, no éramos amigos del alma, pero si podía presumir de conocerle bastante bien, sabía algunas cosas de él que otra gente quizás no conocía y lo cierto es que su personalidad me gustaba bastante, era algo semejante a la mía. Le miré sin dejar de sonreír de aquella manera y después negué con la cabeza levemente) No miraba las nubes, aunque es preferible mirar las nubes antes que mirarte a ti hacer el tonto con una escoba (Le dije en tono divertido. Aquellos comentarios que hacía, era completamente de broma, pues solo me gustaba hacerle de rabiar un poco, al igual que a él le gustaba hacerme de rabiar a mí. Casi siempre intentábamos quedar el uno por encima del otro, éramos bastante egocéntricos los dos y cuando estábamos juntos era imposible que todo ese ego no saliera a relucir, aunque por mi parte fuera simplemente bromeando, esperaba que por la suya también lo fuera.
Nuevamente volví a abrazar mi cuerpo con mis propios brazos, frotándolos un poco, intentando proporcionarme algo de calor, pues el día cada vez se estaba poniendo más fresco a causa de que el viento no paraba de soplar, al contrario, cada vez soplaba con más fuerza. Mi cabeza estaba alzada mirando al moreno, pues yo aún seguía sentada en el suelo, aunque no tumbada. Solté una risilla un tanto irónica al escuchar el siguiente comentario del muchacho y rodé los ojos con diversión al mismo tiempo que me encogía de hombros levemente) De seguro que encuentras a cualquier otro a quien martirizar con tus bludger, lo que no encontrarás es a alguien tan increíblemente sexy a quien hacerselo (Contesté de nuevo con un tono divertido para después guiñarle uno de mis ojos de la misma manera divertida de anteriormente. Me encantaban aquellos jueguecitos, me divertían sobremanera.
Alcé una ceja al escuchar lo de que él podía con cualquiera y nuevamente reí) Si tú lo dices... (Murmuré mientras continuaba mirando hacia arriba para verle y mis brazos rodeaban mi cuerpo, notando como mi melena se movía a causa del viento. Sonreí de lado al escuchar la respuesta de Mike, después asentí con la cabeza levemente al escuchar su pregunta, observando los movimientos del moreno) Mientras no haga otra cosa más interesante que hacer... sí, contemplar el cielo será mi extracurricular (Contesté sin dejar de mirarle)